martes, 3 de abril de 2007

¿Plan para un Martes Santo? Vámonos de Cruzada

Me vais a permitir que en esta ocasión empiece con una pequeña dedicatoria a tres amigos tres que se lo tienen merecido más que de sobra, a los que mencionaré por orden alfabético para así no tener que pensar a quién pongo primero (jo, que tiquismiquis puedo llegar a ser). El primero de ellos se llama Diego, que no contento con hacerme sentir a gusto en tierras malacitanas, como gran amigo que es me ha alegrado el Martes Santo. El segundo se llama Iván (o lo que es lo mismo, el Grissom de Zamora), que además de tener el detallazo de venirse conmigo a visitar la Santa Croce florentina en general y la tumba de Rossini en particular (lo reconozco: me aproveché con premeditación y alevosía de su móvil de última generación para inmortalizar el momento, cosa por la que le estaré eternamente agradecido), ha sido capaz de desvelar por si solo todas mis facetas (algo que no ha conseguido nadie en los casi 23 años que tengo). Y el tercero se llama Pablo, una persona que no sabe lo que es ni enfadarse, ni estresarse ni nada que se le parezca. En el diccionario tendría que aparecer su foto junto a la expresión "Joie de vivre". Así que para los tres va el post más extenso hasta la fecha de este humilde blog. Con amigos así da gusto levantarse todos los días a las siete de la mañana e irse para la facultad.

Bueno, al lío. Nos trasladamos a febrero de 1813. Un Gioachino Rossini de 21 años ya sabía lo que era triunfar en un teatro y recibir las ovaciones de público y crítica gracias a su primera gran obra buffa, “La pietra del paragone”, estrenada apenas cinco meses antes. Sin embargo, el espaldarazo definitivo a su carrera, la obra que lo convertiría en el compositor más famoso e importante de su época aún estaba por llegar. Y ese día quedó fijado por la historia el 6 de febrero de 1813. Los contactos del pesarense con el género serio, hasta ese momento, tan sólo habían sido dos: la rutinaria “Demetrio e Polibio” y la no muy destacable “Ciro in Babilonia”. Sin embargo, su Tancredi significaría un giro completo a la concepción del género lírico serio, aplicando las estructuras clásicas del género buffo a esta antítesis desde el punto de vista dramático.

La nueva obra, basada en el “Tancrède” de Voltaire y con libreto de Gaetano Rossi, fue estrenada en el Teatro La Fenice de Venecia, sorprendiendo a público y crítica por lo variado e inspirado de sus páginas. La excelente fama que pronto cosechó la nueva obra la hizo viajar por varias ciudades de la geografía italiana, realizando el compositor diferentes adaptaciones sobre la partitura original para estos nuevos estrenos, tal y como se comentará un poco más adelante. Fuera de las fronteras italianas, ciudades como Barcelona, París o Berlín tuvieron la oportunidad de ver sobre los escenarios de sus teatros las heroicidades de Tancredo y las desventuras de Amenaide. La obra siguió gozando de fama y prestigio hasta poco antes de la muerte del compositor, fechas por las cuales “Tancredi” fue cayendo poco a poco en el olvido, corriendo pues la misma suerte que la práctica totalidad de su producción operística. Hubo que esperar 90 años para que la partitura emergiera de sus cenizas tímidamente de mano de Giulietta Simionato. El boom de la “Rossini Rennaisance” en general y las interpretaciones de Marilyn Horne en particular devolvería la composición al lugar que ocupaba antaño. Desde este momento, los más experimentados cantantes rossinianos se encargaron de dar vida a los protagonistas de la obra, llegando así a la actualidad, época en la cual “Tancredi” es una obra que se puede ver a menudo en teatros de todo el mundo, tal y como lo demuestra, por ejemplo, las próximas funciones madrileñas del Teatro Real.

Vamos a echarle un vistazo tranquilo a todo el argumento de la obra. Antes de comenzar, una cosilla: el siguiente argumento recoge el original del estreno veneciano, sin tener en cuenta las revisiones y variaciones posteriores que el compositor hizo sobre la obra, de las que ya os hablaré un poco más adelante.

El inicio del primer acto nos lleva al palacio de Argirio en Siracusa. Para limar rencillas existentes entre Argirio y Orbazzano, el primero ha decidido otorgar al segundo la mano de su hija Amenaide. Con esta unión las dos familias firmarán por fin la paz. Naturalmente se trata de un matrimonio de conveniencia, por lo que la opinión de la interesada no tiene valor alguno (Introducción: Pace, onore, fede e amore). La ciudad de Siracusa está siendo asediada por Solamiro, un general sarraceno. Desgraciadamente la balanza de la victoria se está inclinando del lado de las tropas musulmanas, por lo que Orbazzano se lamenta de la ausencia del mejor guerrero de la ciudad, Tancredi, proscrito por razones políticas. Argirio decide entonces unir cuanto antes en matrimonio a Orbazzano con su hija y manda a un grupo de sirvientes que vayan en su busca. Al poco tiempo aparece la joven, escoltada por un grupo de damiselas que cantan al amor. Ella agradece las palabras de sus amigas (Cavatina: Come è dolce all´alma mia). Su padre la saluda y en este momento Amenaide es informada de que va a ser casada con Orbazzano. Ella queda confundida y responde a su padre que él ya conoce su verdadero corazón y el amor que siente por Tancredi. Su padre no atiende a razones: es imprescindible que se case con Orbazzano por lo que Amenaide se resigna a su destino. Todos se retiran mientras que Isaura, para sí, se lamenta de la suerte de la muchacha. Queda la escena solitaria y aparece el valeroso Tancredi junto a su fiel Roggiero. Al guerrero le han llegado noticias de los malos momentos por los que pasa su patria y ha decidido regresar a la ciudad para defenderla con todo empeño aunque también arde en deseos por volver a encontrarse con su amada Amenaide (Cavatina: Tu che accendi questo core). Tancredi ordena a Roggiero que marche para inspeccionar el terreno. El muchacho obedece y el héroe se queda solo, pero al escuchar pasos decide alejarse. Se trata de Argirio y Amenaide. El gobernador cuenta a su hija el peligroso momento por el que pasa Siracusa y le hace saber que Tancredi no se halla muy lejos de la ciudad pero que si se atreve a regresar será condenado a muerte. Ella se deberá casar con Orbazzano, ya que, uniendo sus ejércitos con los del gobierno de Siracusa podrán hacer frente a las tropas sarracenas de Solamiro, así que si sigue negando la unión conseguirá despertar su ira y la repudiará como hija (Aria: Pensa chi sei mia figlia). Argirio se retira y Tancredi aparece para saludar a su amada. Amenaide se lleva una gran sorpresa cuando lo ve ya que no lo esperaba en Siracusa. Ambos se abrazan con emoción y se declaran su amor. No obstante la alegría no es plena: Amenaide debe retirarse para cumplir con su destino. Tancredi le pregunta el motivo de su tristeza pero no recibe respuesta alguna. Los amantes se separan apesadumbrados (Dúo: L´aura che intorno spiri). Nos trasladamos ahora a una lujosa sala en el palacio de Argirio. Todo está preparado para la boda y los habitantes de Siracusa se congratulan por la proximidad del enlace (Coro: Amore, scendete, scendete o piaceri). Tancredi y Roggiero, guiados por la curiosidad también han llegado al palacio de incógnito pero cuando el guerrero se percata de que Amenaide es la novia la tacha de adúltera. Aparece a continuación Argirio, que anuncia a todos los presentes el comienzo de la ceremonia. Tancredi ya no puede aguantar más, y a pesar de los intentos de Roggiero por tranquilizarlo el guerrero irrumpe en la estancia. Puesto que va de incógnito nadie lo reconoce a excepción de Amenaide que queda fuertemente consternada al verlo. Tancredi ofrece a Argirio su ayuda para combatir contra las tropas sarracenas y el gobernador acepta. A continuación ordena a su hija que suba al altar pero ella se niega, lo que despierta en el militar esperanzas de amor. Irrumpe de inmediato Orbazzano con una carta en sus manos. Es de Amenaide y en ella se puede leer lo siguiente: “apresúrate, te esperan en Siracusa: la gloria y el amor te requieren. Ven a reinar sobre tus enemigos, sobre este corazón y sobre nosotros”. Orbazzano dice que la carta va dirigida a Solamiro pero la realidad es bien distinta: Amenaide, consciente de la clara desventaja militar de su patria, escribió esta carta a Tancredi para que regresara a Siracusa pero con las prisas olvidó poner a quién iba dirigida. A pesar de las acusaciones, ella no desvela la verdad. Todos acusan a la joven de traidora y su padre ordena a sus soldados que sea encarcelada de inmediato. Isaura intenta confortar a su señora pero es en vano: su tristeza es ahora inmensa. De esta forma culmina el acto I (Final: Ciel, che intesi?).

El segundo acto comienza en una de las estancias del palacio de Argirio. Orbazzano lanza todo tipo de injurias sobre Amenaide y expresa sus deseos de que sea condenada a muerte. Esto sorprende a Isaura, que apenas puede comprender como Orbazzano es capaz de desear semejante cosa. Llega Argirio dispuesto a firmar la condena a muerte de su hija pero en su cabeza se debaten su deber como gobernador y su amor de padre. A pesar de los intentos de Isaura por hacerle desistir, Argirio firma la condena a muerte de su propia hija. Orbazzano ha conseguido salirse con la suya, por lo, que marcha muy satisfecho. Argirio también parte, pero atormentado (Aria: Ah, segnar invan io tento!). Isaura se queda sola y pide a Dios que proteja a Amenaide (Aria: Tu che ai miseri conforti). La escena se traslada ahora a la prisión de Amenaide en los sótanos del palacio. La joven se lamenta de su fatal destino y expresa su deseo de que se aclare todo (Aria: No, che il morir non è). Llegan al lugar Argirio y Orbazzano. El gobernador abraza a su hija y, arrepintiéndose de haberla condenado a muerte, la perdona, todo ello para desgracia de Orbazzano que insulta fieramente a Amenaide. Llega también Tancredi y, haciendo gala de su honor, reta a duelo a Orbazzano por injuriar de tal manera a una dama. Orbazzano acepta el duelo y pregunta su identidad al caballero. Él le responde que la conocerá cuanto esté a punto de morir. Orbazzano, Argirio y Tancredi se retiran. Ya fuera de la prisión Tancredi confirma a Argirio su deseo de luchar por Amenaide. Ambos tienen supuestos motivos para odiarla pero no son capaces de albergar dicho sentimiento por ella (Dúo: Ah, se de´mali miei). De nuevo en la prisión Amenaide está muy preocupada, ya que no sabe cuál ha sido el resultado del duelo. Ella reza e Isaura intenta confortarla pero al momento llega Argirio con una gran noticia: su campeón ha vencido a Orbazzano. El alivio y alegría que Amenaide siente ahora es más que elocuente (Aria: Dio che umile adoro). Amenaide es liberada y todos se dirigen a la gran plaza de Siracusa para recibir al héroe. Efectivamente en la plaza todo es alegría y Tancredi es recibido con grandes honores (Coro: Plaudite, oh popoli). Tras agradecer a todos sus palabras, el guerrero decide dirigirse de inmediato junto a su fiel Roggiero a luchar contra Solamiro. Amenaide lo detiene e intenta convencerle de su inocencia pero Tancredi no atiende a razones y sigue convencido de la culpabilidad de la joven. A pesar de la insistencia de Amenaide, el guerrero se marcha dispuesto a luchar contra los sarracenos (Dúo: Lasciami, non t´ascolto!). Todos se retiran y queda solo Roggiero. Isaura aparece y cuenta al joven soldado toda la verdad, desvelando de esta forma la inocencia de Amenaide. Si Isaura no habló antes es porque le juró a su amiga guardar el secreto pero considera que ya es hora de desvelarlo. Roggiero decide contarle todo a Tancredi y se alegra ya que dentro de poco el amor volverá a brillar de nuevo (Aria: Torni alfin ridente e bella). Nos encontramos ahora en pleno campo de batalla. Tancredi se martiriza pensando en Amenaide y el lugar al que lo ha dirigido su desesperación (Aria: E dove son). En ese momento se escucha un grupo de soldados sarracenos que se vanagloria de su superioridad militar: en Siracusa reina el terror y dentro de poco será conquistada (Coro: Regna il terror nella città). Al escuchar a los soldados Tancredi reúne fuerzas, divisa la tienda de Solamiro y se dirige a ella decidido a dar muerte al líder sarraceno. Argirio y Amenaide le detienen: el gobernador ya sabe por su propia hija que el valeroso guerrero es en realidad Tancredi y Amenaide le aclara que la carta en realidad iba dirigida a él y no a Solamiro, a quien odia con todas sus fuerzas. Argirio suscribe las palabras de su hija. Un grupo de soldados sarracenos se presenta ante Argirio: si concede a Solamiro la mano de su hija la guerra acabará (Coro: Solamir d´Amenaide vuol la mano). El héroe se ofende ante tal proposición pero al ver que Argirio y Amenaide se turban toma la determinación de batirse contra Solamiro. Tancredi se marcha junto a los soldados del ejército contrario (Aria: Va, palese e troppo omai). Argirio decide seguir a Tancredi para observar el curso del duelo, dejando a Amenaide sola junto a Isaura, que acaba de llegar al lugar. Las dos féminas están tremendamente preocupadas pero se alegran cuando ven regresar a Argirio y Tancredi junto a Roggiero y un grupo de soldados cristianos. Tancredi ha dado muerte a Solamiro pero éste, antes de morir, le ha confirmado la inocencia de Amenaide. Por fin ha terminado todo: en la ciudad de Siracusa volverá a reinar la paz y Tancredi y Amenaide podrán contraer matrimonio. Todos expresan su satisfacción por la conclusión de los acontecimientos y en este ambiente de alegría general culmina la ópera (Final: Fra quei soavi palpiti).

Pues nada, tras el argumento... turno de hablar un poquito de los autopréstamos que encontramos en la obra. La décima obra rossiniana recibe música en autopréstamo de dos títulos anteriores: "L´equivoco stravagante" y "La pietra del paragone". En lo tocante a la primera obra, el comienzo del coro con el que empieza el acto II de L´equivoco stravagante (“Perché sossopra”) es similar con el que comienza el final I de Tancredi (“Amori scendete, scendete o piacer”). Referente a "La pietra", ambas óperas comparten obertura.

Por otra parte, nuestra obra protagonista de hoy cede bastante música a títulos posteriores. Vamos a verlos de forma esquemática: Aureliano in Palmira: el coro de guerreros del final del acto II de Tancredi del final del acto II (“Muore il prode”) es similar al coro de prisioneros previo a el aria de Zenobia del acto I de Aureliano in Palmira (“Ceci, cedi a lui t´arrendi”). Il turco in Italia: el aria de Argirio del acto I de Tancredi (“Pensa che sei mia figlia”) se asemeja en ciertos momentos al dúo de Geronio y Fiorilla de ese mismo acto de Il turco in Italia (“Per piacer alla signora”). Torvaldo e Dorliska: La cabaletta de el aria de Argirio con la que comienza el acto II de Tancredi (“Perdonate questo pianto”) se asemeja en ciertos momentos a la cabaletta de el aria de Torvaldo en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Ah, potessi il braccio mio”). Los compases que dan inicio al coro de guerreros del acto II de Tancredi (“Muore il prode”) son similares a los que dan paso al dúo de Dorliska y Torvaldo en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Quest’ultimo addio”). La gazza ladra: El dúo de Argirio y Tancredi del acto II de Tancredi (“Ah, se de´mali miei”) y el de Ninetta y Pippo de ese mismo acto de La gazza ladra (“Deh, pensa che domani”) se asemejan en ciertos momentos en su parte lenta. Ricciardo e Zoraide: El tema principal de la introducción orquestal que precede a la primera aria de Amenaide en el acto II de Tancredi (“No, che il morir non è”) reaparece en la obertura de Ricciardo e Zoraide.

Normalmente, tras los autopréstamos ahora llegaría el momento de presentar la versión en cuestión para escuchar pero en esta ocasión hay que esperar aún un poco, ya que antes es preciso que os hable un poquito sobre arias y finales alternativos, algo directamente relacionado con la grabación que os presento un poco más adelante.

En "Tancredi" encontramos en total cinco arias alternativas y/o añadidas. Son las siguientes:

O sospirato lido… Dolce d´amor parole. Se trata de un aria alternativa a “Oh, patria… Di tanti palpiti” con la cual Tancredi hace su entrada en la ópera. Fue compuesta para Adelaide Melanotte, cantante que estrenó el papel debido a que consideraba que la pieza original (la antes mencionada) era demasiado fácil para sus dotes vocales. En esta aria, Tancredi acaba de llegar a Siracusa y hace una salutación a su patria. A continuación muestra su alegría, ya que dentro de poco podrá volver a ver a su amada Amenaide, hija de Argirio, gobernador de Siracusa. La melodía de esta pieza vuelve a aparecer en “Ah, perduto ho il caro bene”, cabaletta de la cavatina de entrada de Sigismondo en la ópera homónima, en “Cara consolati”, cabaletta de la cavatina de entrada de Torvaldo en Torvaldo e Dorliska y en “Ma voci tenera”, cabaletta de el aria de Alberto en el acto II de La Gazzetta.

Se ostinata ancor non cedi. Se trata de un aria alternativa a la de Argirio “Pensa chi sei mia figlia”. Fue compuesta para las primeras representaciones de la obra en Milán en 1813. Aunque Argirio ha destinado a su hija a Orbazzano, la joven está enamorada de Tancredi. La proximidad de Tancredi a Siracusa reaviva las ansias de Amenaide de contraer matrimonio con su amado. Todo ello llega a oídos de Argirio y en esta aria le expresa a Amenaide que el ir en contra de su voluntad le costará ser repudiada como hija y la culpabilidad de su futura desesperación como padre.

Al campo mi chiama. Al igual que en el caso anterior, esta aria fue compuesta para el estreno milanés de la obra y es alternativa a la de Argirio “Ah, segnar invan io tento”. En esta aria, Argirio brama venganza por la supuesta traición de Amenaide a la patria, ya que parece ser que ha animado al general sarraceno Solamiro mediante una misiva a que conquiste la ciudad. El gobernador promete vencerlo en las contiendas militares que están teniendo lugar. Sus soldados le aconsejan un poco más de calma, pero Argirio hace caso omiso a las recomendaciones y decide proceder a la ofensiva.

Ah, se pur morir degg´io. Esta aria fue compuesta para las representaciones ferrarenses de Tancredi. Se trata de un aria alternativa a la de Amenaide “No, che il morir non è”. Amenaide está encarcelada por su supuesta traición. No obstante, ella es inocente y en esta aria expresa su deseo de que su inocencia quede demostrada dentro de poco.

Torna d´amor la face. Se trata de un aria para Roggiero, alternativa a “Torna amor ridente e bella”, destinada igualmente a este personaje. Las variaciones realizadas en este rol para el estreno de la obra en Milán fueron más allá de la composición de una nueva aria, ya que además el papel pasó de la originaria mezzosoprano a tenor. Tancredi parte a la batalla para defender Siracusa y acaba de despedirse amargamente de Amenaide. Roggiero, seguidor de Tancredi, comenta en esta aria el papel que el amor juega en la relación de Amenaide y su señor y expresa su mejor deseo hacia la pareja.

Por si todo esto no fuera ya bastante, ahora hay que hablar de los dos finales que tiene la obra: el feliz del que ya os he hablado y el más acorde con el original literario, trágico.Tancredi se basa en el “Tancrède” de Voltaire, obra en la cual el protagonista muere. No obstante, la sociedad de ese momento no consideraba oportuno que una ópera terminara de forma trágica. Por ello, Rossini tuvo que variar el final para que la obra terminara felizmente, aunque posteriormente compondría un final trágico fiel al original literario y que es precisamente el que hoy día suele interpretarse.

Final feliz. Se trata del final original ya narrado en el argumento. Tancredi canta el aria “Va, pelese e troppo omai” en la cual reprocha a Amenaide su actitud y expresa su deseo de defender la patria. Tras unos momentos de incertidumbre, el militar regresa victorioso de la contienda: las tropas cristianas han ganado la guerra. La inocencia de Amenaide queda demostrada y Argirio, ante el ejército, habitantes de Siracusa, Isaura y Roggiero, casa a su hija con Tancredi.

Final trágico. El final trágico fue compuesto para la presentación de la obra en Ferrara y está en consonancia con el del original de Voltaire. En esta ocasión, Tancredi canta el rondó “Perchè turbar la calma” en el que se despide con amargura e ira de Amenaide y parte a la batalla. Tras los momentos de incertidumbre, uno grupo de guerreros traen al joven: las tropas cristianas han ganado la guerra pero el héroe ha sido herido de muerte. Antes de que el guerrero expire, Argirio le desvela la inocencia de su hija y ante todos lo casa con Amenaide in articulo mortis tras lo cual, fallece.

Pues nada, hasta aqui han llegado las explicaciones del Tancredi (mis felicitaciones al que haya conseguido llegar hasta aqui). Y ahora, vamos con la versión en cuestión.Por primera, y hasta la fecha, única vez en el Festival, en 1991 se representó "Tancredi" con todas las variaciones que Rossini realizó para los estrenos en diferentes ciudades italianas. Así, las tradicionales arias de Argirio son sustituidas por nuevas, el rol de Roggiero pasa de la original contralto a tenor y se vuelve al original final feliz. Y la grabación de una de estas funciones es la que os ofrezco:



Para estas funciones se dieron cita en la localidad adriática varios nombres inscritos con letras de oro en el libro de honor rossiniano. Así, el rol titular era defendido por la malograda Lucia Valentini Terrani, de voz oscura, elegante, inherentemente prudente en términos dramáticos y de estilo belcantista nato. Su Tancredi es un ejemplo de como cantar el rol, otorgándole una visión y caracerísticas psicológicas muy interesantes sobre el escenario. Toda una gozada. Junto a ella, la gran Mariella Devia nos cantó una Amenaide vocalmente perfecta, si bien algo fría desde el punto de vista dramático. No obstante el empaste de su voz con la de Valentini Terrani hacía que en los dúos saltaran chispas, algo que el público que aquellos días se dieron cita en el Festival percibieron, ovacionando a ambas como lo merecían. Argirio era un juvenil Raúl Giménez, que cantaba por primera vez las arias que Rossini escribió para el rol en los estrenos posteriores. Gran clase sobre el escenario unido a una estupenda técnica sobre una voz que entonces no acusaba el desgaste actual. Cumplidor Boris Martinovic en el marginado papel de Orbazzano. Bien Susana Anselmi como Isaura y el tenor Enrico Facini en Roggiero. Un joven Daniele Gatti ponía toda la carne en el asador empuñando la batuta. A sus órdenes, las formaciones orquestales y vocales del Comunale de Bolonia.

Y para terminar ya por hoy, aqui os dejo los enlaces. A disfrutarlos con salud:

4 comentarios:

Diomedes dijo...

¡Socorro! ¡El link para el segundo disco no funciona!

Anónimo dijo...

Pues no, no funciona.... me uno a la petición de S.O.S.

Antonio Domínguez Luque dijo...

El problema es que hay una "C" de más ante de "http":

http://rapidshare.com/files/87933214/TancrediPesaro91CD2.zip

Anónimo dijo...

gracias por rossini operas.