sábado, 2 de junio de 2007

Torvaldo e Dorliska, el antecedente del Barbiere

Cuando se menciona al binomio Gioachino Rossini - Cesare Sterbini es habitual que el primer título que se nos venga a la cabeza sea el celebérrimo Barbiere, obra que encumbraría a Rossini hacia la inmortalidad histórica y haría que Sterbini no cayera en el olvido por el mero hecho de ser el libretista de quizás la ópera buffa más famosa de todo el género. Sin embargo, el primer contacto profesional entre compositor y libretista tuvo lugar unos meses antes de aquel febrero de 1816, mes en el que el Barbiere vería la luz. Y fue en una obra que hoy día pasa bastante desapercibida pero que resulta bastante interesante de escuchar por la frescura de su música y por la delimitación psicológica de los personajes que forman el drama. El título de esta ópera: Torvaldo e Dorliska

"Torvaldo e Dorliska" es la ópera número 16 del catálogo rossiniano, inmediatamente antecedente al Barbiere y primera colaboración entre Cesare Sterbini y Rossini. Ópera perteneciente al denominado género semiserio (con más hincapié en su vertiente seria que en su vertiente cómica), su estreno tuvo lugar el 26 de diciembre de 1815 en el Teatro Valle de Roma, curiosamente el mismo escenario que apenas dos meses después acogería las historia del simpar Figaro y compañía. En ese estreno participarían intérpretes de renombre, como el impresionante Filippo Galli en la parte del malvado Duque de Orlow o Domenico Donzetti interpretando al enamorado Torvaldo. A pesar del buen reparto, la ópera no cosechó el éxito esperado y, aunque no resultó ser un fracaso, poco a poco fue cayendo en el olvido, desapareciendo del panorama hacia 1839 (tras curiosamente haber atravesado el Atlántico para llegar a escenarios mejicanos).

La ópera yacería en un oscuro limbo hasta la plena instauración de la Rossini Rennaisance. En 1976 la ópera resucitaría en Milán de mano de Alberto Zedda con un reparto que aunaba a nombres tan rossinianos como Lella Cuberli, Enzo Dara y Lucia Valentini Terrani junto con otros bastante alejados de la óptica belcantista como es Sigmund Nimsgern. El año del bicentenario rossiniano fue fundamental para "Torvaldo e Dorliska": la RTSI programó de nuevo esta ópera con un reparto que incluía a Ernesto Palacio y Fiorella Pediconi en los roles principales junto a Stefano Antonucci en la parte del Duque y a Mauro Buda como su criado Giorgio. Dirigía el desaparecido Massimo de Bernart. En 1995, esta obra reaparece en Viena con un reparto extraordinario: Raúl Giménez y Alexandrina Pendatchanska daban vida al matrimonio titular, Stefano Antonucci repetía como Duca y Natale De Carolis se encarga de Giorgio. Una entonces jovencísima Laura Polverelli daba vida a la simpática Carlotta. A la batuta, Giancarlo Andretta. En 2003 la ópera lllega al interesante Festival Rossini de Wildbad con Huw Rhys-Evans y Paola Cigna como pareja protagonista, Mauro Utzeri como Giorgio y Michele Bianchini en la parte del Duque, dirigidos por Alessandro de Marchi, grabación que hoy día comercializa Naxos. La historia contemporánea de esta ópera culmina de momento en 2006 con su presentación en Pesaro, de mano de Darina Takova y Francesco Meli como protagonistas, Michele Pertusi como Duque y Bruno Praticò en la parte de Giorgio, dirigidos por Víctor Pablo Pérez. Es esperable que la función se comercialice en DVD, dado lo interesante que resulta su puesta en escena, firmada por el competente Daniele Abbado.

La vocalidad de los diferentes personajes de esta ópera aparece perfectamente delimitada. Así, Torvaldo es un rol apto tanto para un baritenor como para un contraltino. El duque de Orlow por su parte es un buen exponente de bajo noble, mientras que Giorgio es más adecuado para un bajo buffo. El soldado Ormondo, de caracter semiserio, es un rol para bajo. En lo que respecta a la vertiene femenina, Dorliska es un ejemplo de rol para soprano seria, mientras que Carlotta, al igual que Ormondo, adopta una función semiseria destinada a una mezzosoprano.

Vámonos a zambullirnos ahora sobre el argumento. Acto I. Bosque ruso cercano al castillo de Orlow. Acaba de amanecer. Giorgio, que espera el regreso de su señor, pasea inquieto por la zona. Y es que el duque de Orlow siempre está enfadado, por lo que da por sentado que va a llegar con un humor de perros. No obstante él siempre mantiene la cabeza fría y sabe lidiar bien con el noble (Cavatina: E un bel dir che tutto il mondo). Un grupo de soldados llega y Giorgio les pregunta si su búsqueda ha resultado satisfactoria. Parece ser que buscan a una mujer perdida por el bosque pero el hecho de no haber sido encontrada hace que Giorgio tema aún más el carácter con el que llegará su amo.

Al poco tiempo hace su aparición el duque, que entra muy pensativo y sin hacer caso a nadie. Piensa en el hombre al que ha dado muerte y en su esposa, a la que adora pero que se encuentra fugitiva en el bosque. Él es perseverante y ordena a Ormondo y sus soldados que se preparen para hacer una nueva exploración. Los militares obedecen y se adentran de nuevo en el bosque (Cavatina: Dunque invano i perigli).

Giorgio y su señor se quedan solos y el duque comienza a recordar la última batalla acaecida la pasada noche: él mismo luchó cara a cara con Torvaldo y consiguió darle muerte, pero cuando fue en busca de su esposa Dorliska ya había conseguido escapar. “Quizás se haya dirigido a la ciudad” piensa. El noble toma la determinación de realizar una búsqueda por su cuenta, ya que si en la corte se hicieran eco de sus malvados planes podría costarle serios disgustos, y jura que tendrá a la joven entre sus brazos antes del anochecer. Tras amenazar de muerte a su criado si cuenta algo de lo oído se retira. Giorgio entra en el castillo.

La escena queda solitaria. Ya ha anochecido y aparece la desdichada Dorliska muy desaliñada. Durante toda la noche ha estado vagando a la intemperie y busca un lugar donde cobijarse. La muchacha divisa el castillo de Orlow y, sin imaginar que allí reside su peor enemigo, se encamina hacia él para pedir ayuda (Aria: Tutto è vano, niun m´ascolta). Abre Carlotta y al ver el deplorable aspecto en el que se encuentra Dorliska la invita a pasar. Las dos mujeres entran al castillo.

En el interior del castillo, Giorgio llega a la sala en la que se encuentran Carlotta y Dorliska. Su hermana le hace saber que esa mujer fue asaltada la pasada noche en el bosque y Dorliska continúa explicando que ayer mismo se casó con su esposo. Tras el banquete nupcial fueron atacados por un enemigo que en innumerables ocasiones pretendió su mano. Naturalmente Giorgio se va percatando de que esa mujer es a la que busca su amo e informa a Dorliska que se halla en el castillo de su enemigo. Ella pretende huir pero ya es demasiado tarde: el duque acaba de regresar y la ha visto. Ordena a sus criados que se marchen y se dirige a ella con tiernas palabras pero Dorliska le responde con desprecio, lo que hace enfadar al noble. La joven intenta escapar pero es inútil: las puertas están cerradas a cal y canto. Viendo que la huida es imposible pregunta al duque por su marido pero recibe una tremenda respuesta: está muerto. La indignación que siente ahora Dorliska es evidente e insulta al inicuo duque, pero él, más duro que nunca, jura darle muerte si no calla. Cegada por la tristeza, la muchacha corre hacia otra habitación y el duque la cierra con llave (Dúo: Ella, oh ciel!).

Ormondo regresa al castillo y el duque le ordena que cese la búsqueda de la mujer: lo que ahora urge es encontrar el cadáver de Torvaldo y enterrarlo para que nadie descubra el crimen. Ormondo acepta la orden de mala gana y se retira. A continuación llama a Giorgio y le pide que entre Carlotta y él se encarguen de vigilar a Dorliska y recordarle los sentimientos que siente por ella. El criado jura cumplir la orden y su señor se marcha.

Giorgio se queda solo y nos descubre un maravilloso plan que tiene entre manos. El noble tiene oprimida a toda la población de su ducado y, entre todos los habitantes, han decidido derrocarlo del poder. Para ello Giorgio ha sido nombrado líder del movimiento contra el duque, ya que es la persona más cercana a él. Día tras día Giorgio va anotando en una carta todas las irregularidades que comete su amo pero el asesinato de Torvaldo ha sido la gota que ha colmado el vaso: ya hay pruebas más que suficientes para acusar al duque de criminal. Giorgio decide hacerle llegar la carta a un amigo que a su vez la llevará a la corte.

Nos trasladamos de nuevo a los exteriores del castillo. El día ha vuelto a despuntar y aparece Torvaldo que en realidad no murió. Sabe que su esposa se halla prisionera en el castillo, así que decide ir en su busca. Para ello se disfrazará de lugareño y, con la ayuda de una carta, conseguirá salvarla (Aria: Fra un istante a te vicino).

Una vez disfrazado llama a la puerta del castillo y sale Giorgio a recibirle. Torvaldo le dice que es un leñador que debe entregar una carta a cierta señora que llegó a ese castillo la pasada noche. Giorgio le responde que la única señora que hay en el castillo es su hermana Carlotta y el militar se lamenta de ello mientras pronuncia el nombre de su esposa. Giorgio, al escucharlo, se alarma y le ofrece su ayuda. Torvaldo se lo agradece, revela su verdadero nombre y narra lo que realmente sucedió: efectivamente luchó contra el duque pero fue herido gravemente. Su enemigo, dándolo por muerto, marchó y lo dejó allí pero un pastor lo encontró y consiguió curarle. Su plan es entregar a Dorliska una carta supuestamente escrita antes de su muerte con la que conseguirá salvarla. Giorgio atiende atentamente todas las explicaciones de Torvaldo y le hace saber que Dorliska efectivamente está prisionera en el castillo.

En este momento llega el duque y Giorgio pide al muchacho que le siga la corriente. El criado informa al noble de que puede alegrarse y, tras arrebatarle al joven la carta de las manos, se la entrega a su amo. Torvaldo pasa a relatarle que hasta su choza llegó un caballero moribundo que, antes de expirar, redactó esta carta y le pidió que se la entregara a su esposa. El duque pasa a leer la carta: “Dorliska mía, te pierdo para siempre. Dentro de poco mi mortal herida truncará mis días. Aquel que te entregue esta carta podrá desvelarte mis últimos momentos. Perdono a mi asesino: perdónalo tú también. Adónde quieras que estés, te pido, te ordeno, que te resignes a tu suerte”. El noble se congratula por la noticia mientras que Giorgio y Torvaldo suspiran aliviados por el éxito con el que se está desarrollando el plan. A continuación le ordena al supuesto leñador que se presente ante Dorliska para informarle de todo. El joven se alegra, ya que dentro de poco podrá volver a ver a su esposa, al igual que Giorgio, que confía en ver a su amo en manos de la justicia antes del anochecer. Los tres se encaminan en busca de la muchacha (Terceto: Ah qual raggio di speranza).

Ormondo regresa al castillo totalmente agotado: ha recorrido diez millas y no ha logrado encontrar el cadáver de Torvaldo, así que dirá al duque que se lo han llevado. El soldado se lamenta de su mala suerte y se retira a descansar (Aria: Sopra quell´albero).

Nos encontramos ahora en la celda de Dorliska. Allí está la joven junto a Carlotta, que intenta consolarla en vano. Llegan Torvaldo, Giorgio y el duque, que ordena al primero que entregue la nota a la muchacha. Cuando la joven lee la carta se desmaya pero Torvaldo intenta reanimarla, con tanta mala suerte que Dorliska reconoce su voz y a punto está de llamarlo por su nombre: “Cielos!... Esa voz… ¡Ah, Tor...” murmura. Su marido la hace callar pero desgraciadamente el duque lo ha escuchado todo. A Torvaldo no le queda más remedio que descubrirse y es apresado de inmediato por Ormondo y sus soldados. Torvaldo intenta defenderse con su espada pero Giorgio le dice furtivamente que le entregue el arma y que confíe en él. Finalmente el militar es desarmado y, en la consternación general, culmina el acto I (Final: Oh, via, signora mia!).

Acto II. Sotanos en el castillo de Orlow. Ha anochecido. Aparece Giorgio con un grupo de criados del duque, a los que informa de que urge liberar a los dos prisioneros que actualmente hay en el castillo. El grupo de criados se ponen a su disposición para todo lo que sea necesario (Introducción: Bravi, bravi, qua venite).

Torvaldo ha escapado de su celda y llega al sótano explorando el lugar. Al ver al grupo se alarma pero Giorgio lo tranquiliza y pasa a relatarle que al amanecer tendrá lugar la revuelta. En cuanto la campana del castillo toque a rebato toda la población se alzará contra el duque, cosa de lo que Dorliska ya ha sido informada. Torvaldo queda aliviado y Giorgio le ofrece su protección. El militar, antes de partir, pide al bondadoso criado que vaya a ver a su esposa y que le transmita unos mensajes de amor de su parte (Aria: Dille che solo a lei).

La escena se traslada ahora a una dependencia del castillo. El duque reflexiona sobre lo odiado que es en el pueblo pero eso a él le trae sin cuidado: lo que le importa es conquistar el corazón de Dorliska. Llama a Giorgio y le ordena que traiga a la mujer ante él. El criado obedece y la trae al momento. El noble le ofrece la libertad de su esposo a cambio de que se una a él para siempre, pero ella niega tajantamente la oferta y le hace saber que lo único que desea de él es la muerte (Aria: Ferma, costante, immobile).

Dorliska se marcha y el duque se queda pensativo. Antes de partir ordena a Giorgio que le diga a Ormondo que se presente ante él en cuanto lo vea y que bajo ningún concepto le dé las llaves de la prisión a nadie so pena de decapitación. Giorgio acepta la orden y su señor se marcha.

Dorliska regresa acompañada por Carlotta. La joven desea ir a la celda de su marido para abrazarlo pero es necesario que Giorgio le deje las llaves un momento. Él no puede aceptar porque si el duque lo descubre el embrollo sería enorme. Entre las dos mujeres consiguen convencerlo y Giorgio le da las llaves a su hermana pero con la condición de que regresen cuanto antes. Dorliska se alegra por ello y Carlotta la conforta asegurándole que sus penas acabarán muy pronto (Aria: Una voce lusinghiera).

Las dos féminas se retiran pero el duque regresa antes de lo previsto. El noble ha tomado la determinación de matar a Torvaldo para que sus problemas no vayan en aumento, así que exige al aterrado Giorgio las llaves de la celda. El criado titubea e intenta escapar de la situación como puede pero le es totalmente imposible y acaba confesando que las tiene su hermana. La ira del duque es irrefrenable y se dirige velozmente hacia la prisión de Torvaldo mientras empuja a su criado con violencia (Dúo: Ah, non posso! Invan lo spero!).

Nos encontramos ahora en la prisión de Torvaldo. El militar y su esposa se abrazan emocionados antes de separarse (Dúo: Quest´ultimo addio). Carlotta se encarga de vigilar la puerta de la celda pero se lleva un susto de muerte cuando ve aparecer a Giorgio empujado por el duque con cara de muy pocos amigos.

Efectivamente el amo llega hecho una furia y jura vengarse de todos. Lo primero que hará será separar para siempre a Dorliska de su esposo. Torvaldo intenta evitarlo pero la escena enmudece por el repicar de una campana. Giorgio se alegra y deduce que la revuelta ya ha comenzado. Ormondo y un grupo de soldados llegan a la prisión muy alterados: toda la región pide la muerte del duque, en los exteriores del castillo está teniendo lugar una feroz batalla y cien soldados ya han conseguido entrar en la fortaleza (Quinteto: Alme ree! Tremate invano!).

El duque, muy sorprendido, decide ir de inmediato a defender su honor pero no llega muy lejos, ya que un grupo de campesinos que estaban al acecho lo aprisionan al momento. El noble no puede soportar la situación y comienza a delirar (Aria: Ah, qual voce d´intorno rimbomba).

Mientras todos piden su muerte es llevado fuera del castillo. Por fin todo el ducado ha sido liberado de la opresión y el matrimonio volverá a ser feliz. La alegría general pone la guinda final a la ópera (Final: Grazie al destin pietoso).

En el apartado de autopréstamos, cabe destacar varios, tanto en lo referente a música tomada como a música cedida. Vamos a echar un vistazo rápido a aquellas óperas de las que "Torvaldo e Dorliska" toma música en autopréstamo: L´equivoco stravagante. La melodía de la última sección del terceto entre Ernestina, Buralicchio y Gamberotto al final del acto I de L´equivoco stravagante (“Volgi le amabili”) guarda cierta similitud con el final del acto II de Torvaldo e Dorliksa (“A tal contento”). L´occasione fa il ladro. El final del dúo entre don Parmenione y Ernestina (“Quel gentil, quel vago oggetto”) guarda una considerable similitud con el final del dúo entre Dorliska y Carlotta del acto I de Torvaldo e Dorliska (“Oh via, signora mia”). Tancredi. La cabaletta de el aria de Argirio con la que comienza el acto II de Tancredi (“Perdonate questo pianto”) se asemeja en ciertos momentos a la cabaletta de el aria de Torvaldo en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Ah, potessi il braccio mio”). Los compases que dan inicio al coro de guerreros del acto II de Tancredi (“Muore il prode”) son similares a los que dan paso al dúo de Dorliska y Torvaldo en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Quest’ultimo addio”). Sigismondo. El aria de Sigismondo del acto II (“Alma rea, il più infelice”) guarda similitud con la cabaletta de el aria de Dorliska en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Ah, morir per caro sposo”).

Y ahora vamos a hacer lo mismo pero en esta ocasión es el turno de ver a que óperas cede "Torvaldo e Dorliska" parte de su música. La Gazzetta. La obertura de Torvaldo e Dorliska se asemeja en ciertos momentos a la de La Gazzetta (y por tanto, a la de La Cenerentola). El conjunto que sigue a el aria de entrada del Duque en el acto I de Torvaldo y Dorliska (“Si cercherà, si troverà”) y el que sigue a el aria de entrada de Alberto en ese mismo acto en La Gazzetta (“Io leggerò, danne una a me”) son similares. La parte lenta del sexteto entre el Duque, Dorliska, Torvaldo, Giorgio, Carlotta y Ormondo en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Ah signor, la rea son io”) es similar a la parte lenta del final del acto I de La Gazzetta (“Giusto ciel, ah troppo ardita”). Las strettas de los finales del acto I de ambos títulos son muy parecidas. Otello. La cabaletta del Duca del acto II de Torvaldo e Dorliska (“Cento larve già intorno mi stanno”) tiene la misma melodía que la cabaletta del dúo Otello y Jago del acto II de Otello (“L´ira d´avverso fato”). La Cenerentola. Los compases finales de la cabaletta de el aria de Dorliska en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Ah, morir per caro sposo”) son similares a los que acompañan al coro durante el rondó final de Angelina en “La Cenerentola” (“Degna del tron tu sei”). La gazza ladra. El aria de Carlotta del acto II de Torvaldo e Dorliska (“Una voce lusinghiera”) recuerda en ciertos momentos a la cabaletta de el aria de Lucia de ese mismo acto en La gazza ladra (“Saprò correggere i miei trasporti”). Adelaide di Borgogna. Los compases que dan paso a la parte lenta del quinteto de Il Duca, Torvaldo, Dorliska, Carlotta y Giorgio en el acto II de Torvaldo e Dorliska (“Alme ree, tremate invano”) son similares a los que dan paso a la parte lenta del aria de Adelaide en el acto II de Adelaide di Borgogna (“Cingi la benda candida”).

El pasado año, tras 27 ediciones del famoso Festival Rossini de Pesaro, llegaba por primera vez a la ciudad adriática este titulo semiserio, con un reparto que si bien en lo tocante a algunos nombres no resultó ser plenamente satisfactorio, en otros sí que fue todo un acierto. Y la grabación del estreno de estas funciones es la que os ofrezco:




Francesco Meli se encargaba de dar vida al protagonista titular de la ópera. Bastante metido en faena pero demasiado heroíco en un rol donde estos tintes no existen. Su esposa en la ficción fue una Darina Takova con serios problemas de fiato especialmente notables en su aria de presentación. Extraordinario sin embargo el Duque del rossinianísimo Michele Pertusi, matizando constantemente su papel y mostrando su vertiene más diabólica. Bruno Praticò habla más que canta su Giorgio. En los roles secundarios, unos correctos Jeannette Fischer como Carlotta y Simone Alberghini como Ormondo (mejor el segundo que la primera). Víctor Pablo Pérez dirige de manera bastante monótona a la Orchestra Haydn di Bolzano e Trento (que sustituía a la prevista Sinfónica de Galicia). Como da Camera di Praga dirigido por Lubomir Matl, de presencia constante y casi ininterrumpida en el Festival.

Y para terminar, aqui van los enlaces. El sonido es extraordinario y como es costumbre va fragmentada en pistas. A disfrutarla:

CD1
CD2

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me la bajo :-D gracias!!!!

Anónimo dijo...

Gracias!, hace unos meses que me tocó Rossini y no he podido dejar de escucharlo, te doy las gracias por compartir tan lindo material, un saludo desde Latinoamérica.

Visitaré tu blog bien seguido ;)

Jaime

jaimeaguilera@hotmail.com
( en caso de alguna noticia o comentario interesante)

Anónimo dijo...

Muchas gracias por esta grabacion!

Unknown dijo...

Hola como esta amigos? yo se la tema es differente pero quise compartir con usted!excursiones en estambul