lunes, 7 de julio de 2008

La bisabuela del rossinianismo


Hace ya unas semanas que no escribo en el blog. Y es que hasta agosto que no coja vacaciones seguiré con todos mis jaleos diarios, que os puedo asegurar que no son precisamente pocos. Pero como ya he comentado más de una vez tengo la suerte que todo lo que hago me llena plenamente, así que la verdad es que para nada puedo quejarme.

Para sacar al blog momentáneamente de este tiempo de espera he escogido una figura trascendal en el mundo belcantista en general y rossiniano en particular. Y es que esta voz fue la única que se atrevió a lanzar verdadera luz sobre Rossini en una época en la que el compositor pesarense era amenazado continuamente por brumas y nubarrones grises por todos los frentes. Esta voz a la que me refiero no es otra que la gran Conchita Supervia.

Conchita Supervía, catalana de nacimiento, vino al mundo en la capital condal un frío 9 de diciembre de 1895. Con sólo doce años comienza sus estudios de canto. Tantas son las aptitudes que la joven Conchita muestra para la música que el 1 de octubre de 1910 hace su debut sobre un escenario. Sería en una ópera del argentino Stiattesi, “Blanca de Bieulieu” en el breve papel de la Bruja. Así comienza su singladura en pequeños papeles de diferentes títulos hasta que en 1911, con sólo dieciséis años, debuta Rosenkavalier en el papel de Octavian. Al Liceu de Barcelona llega un año más tarde de mano de “Samson et Dalila” y “Carmen”. Y así comienza su despegue hacia el triunfo, que se asentaría con sus interpretaciones de Mignon (rol titular), Maddalena (“Rigoletto”) y Leonora (“La Favorita”).

La Gran Guerra ya había estallado y durante el periodo bélico conoce a Francesco Santamaría, alcalde de Nápoles, iniciando así una relación de la cual nacería su hijo Giorgio. Sin embargo, Santamaría sentía un odio profundo hacia el teatro, lo que propició que la relación se fuera a pique. Ello no impidió que Supervía siguiera conquistando todos los teatros que pisaba, haciendo nuevas creaciones de Carmen, Mignon o Marguerite (“La damnation de Faust”).

El debut en la Scala milanense llega en 1925 con “Hänsel und Gretel”, en la que Supervía se encargaba del rol masculino titular. Un año más tarde regresa a la Scala para estrenar en Italia “El amor brujo” de Manuel de Falla. Al año siguiente retornaría con “Rosenkavalier”, dirigida por el propio Strauss. Repetiría presencia en 1928, año en el que aborda “Le nozze di Figaro” junto al gran Mariano Stabile y estrena “L´heure spagnole” de Ravel.

Los éxitos en su carrera se siguen sucediendo tras su debut londinense en 1930. Allí canta “Carmen”, con Thomas Beecham a la batuta. El carácter de ambos y la concepción que cantante y director tenían del personaje provocan varias discusiones que felizmente acaban resolviéndose. Además de la gitana, Supervía es requerida para cantar “La Perichole” (Offenbach) y “Frasquita” (Lehar), entre otros títulos.

En 1935 Supervía queda de nuevo encinta. Desgraciadamente, la cantante contaba entonces con 40 años de edad y el embarazo era bastante arriesgado. Los días transcurrieron con bastante penuria hasta que se vio obligada a ingresar el 29 de marzo de 1936 en una clínica londinense. Allí daría luz a un hijo sin vida. Una infección generalizada producida por el parto sesgó su vida al día siguiente.

Conchita Supervía es, literalmente, la bisabuela del rossinianismo, una figura esencial para la interpretación de la música del Cisne de Pesaro. Increíble íntérprete del triángulo buffo rossiniano por excelencia (“Il barbiere di Siviglia”, “La Cenerentola” y “L´italiana in Algeri”), su prestación hacia el compositor de Pesaro fue como encontrar un oasis en pleno desierto.

En 1915 presenta en el Liceu de Barcelona su Rosina, papel del que las sopranos ligeras se habían apropiado de forma indiscriminada en aquellos entonces. Supervía devuelve el rol a sus orígenes mezzosopraniles y haciendo uso de la gran vena artística que tenía desde pequeña y de su atractiva voz, embellecida por un vibrato en todo momento controlado, da una gran interpretación.

En 1921 incorpora el segundo vértice del triángulo buffo rossiniano: Angelina (“La Cenerentola”). Al igual que ya había hecho con Rosina, su Angelina es un prototipo de cómo cantar el rol, toda una rareza en la época que cuando se cantaba se sometía a todo tipo de amputaciones y desnaturalizaciones.

En 1925 aborda el tercer y último vértice: Isabella (“L´italiana in Algeri”). Supervía graba además los cuatro números estelares del personaje (la cavatina “Cruda sorte”, el dúo “Ai capricci della sorte”, el rondó “Per lui che adoro” y el aria “Pensa alla patria”). Su interpretación alcanza las altísimas cotas que ya marcó con Rosina y Cenerentola. Sin embargo nos encontrábamos entonces en el limbo rossiniano. El rigor metodológico en lo que a Rossini se refiere brillaba por su ausencia y al compositor se le trataba como un diablo venido a la tierra. Así se criticaba la ópera con motivo de unas funciones en el Liceu con Supervía como protagonista: "El autor de "L´italiana in Algeri" representada estos días en el Liceo es uno de los responsables del descenso del gusto del público durante una larga época. Como otros autores de óperas de un periodo funesto, es culpable de un retroceso de tan malas consecuencias que aún hoy sufrimos sus efectos. ¡Pobre Gluck, que tanto había luchado por regenerar la escena lírica!. Pase como una humorada, si se quiere, la exhumación de esta Italiana indeseable; mas tendríamos que vigilar ahora que no se quede demasiado tiempo a la luz. Nuestro voto es que la vuelvan a enterrar pronto y muy adentro, y la dejen para siempre en reposo"

La audición que os propongo permite obtener una buena idea del arte de Conchita Supervía. Se trata de un recopilatorio titulado "Ópera y música española". Como su propio nombre indica, el disco está dividido en dos partes claramente diferenciadas. La parte operística permite obtener una clara visión de la Supervía operística. Sus legendarios Rossinis junto a Gounod, Thomas, Saint-Saëns y Delibes es el programa que el disco nos ofrece. La segunda parte, dedicada a música española, permitirá obtener una visión de la intérprete y percibir como Supervía pliega la voz al caracter de las diferentes piezas que aborda. El programa completo de este disco es el siguiente (se indica junto a cada pieza el año de grabación):

Arias operísticas

Rossini: L'Italiana in Algeri. Ai capricci della sorte (con Carlo Scattola): 1927
Rossini: Il Barbiere di Siviglia. Una voce poco fa: 1927
Rossini: Il Barbiere di Siviglia. Contro un cor (con Giovanni Manuritta): 1928
Rossini: La Cenerentola. Nacqui all'affanno: 1927
Gounod: Faust. Il était un roi de Thulé: 1931
Thomas: Mignon. Connais-tu le pays?: 1931
Saint-Saëns: Samson et Dalila: Printemps qui commence: 1931
Delibes: Bonjour Suzon: 1930
Delibes: Viens, une flûte invisible: 1930

Música española (Frank Marshall, piano)

El paño moruno: 1930
Seguidilla murciana: 1930
Asturiana: 1930
Jota: 1930
Nana: 1930
Canción: 1930
Polo: 1930
Balomir - Meus Amores (Balada Gallega, en gallego): 1929
Serrano: La Alegría del Batallón. A una gitana preciosa: 1932
Serrano: El Mal de Amores. Canción de la gitana: 1932
De Yradier: La Paloma: 1930
Joaquín Valverde: Clavelitos: 1927

El enlace a este disco es el siguiente:

Recital

Espero que disfruteis del arte de esta gran intérprete, una mujer a la que los rossinianos le debemos mucho.


miércoles, 23 de abril de 2008

Tiempo de espera

¡Muy buenas a todos! Como podeis ver, el blog lleva sin actualizarse unas semanas. Afortunadamente no es por nada malo, sino por todo lo contrario: mis temas laborales y algunos proyectos que tengo entre manos que particularmente me entusiasman no me dejan tiempo para dedicarle al blog y digo yo que también tengo que echar mis ratos de descanso, que uno no funciona con pilas Duracell...

Me gusta crear entradas con información sobre lo que ofrezco en cada una y no dar simples enlaces mondos y lirondos. Sin embargo, crear una entrada con todos los datos lleva su tiempo. Al igual que subir una grabación para posteriormente ofrecerla: editarla cuando se hace necesario o extraerla del CD, convertirla a mp3, empaquetarla y subirla a rapidshare es algo que ocupa tiempo, del cual actualmente no dispongo.

Os invito a pasear por todos los blogs y foros que indico a la derecha de esta página: mientras la Gazzetta vuelve a echar a andar teneis mucho donde curiosear y mirar.

Un saludo a todos y muchísimas gracias por vuestro interés por mi blog

miércoles, 20 de febrero de 2008

El tercer triunviro

Tres son los miembros que forman el que yo vengo a denominar el triunvirato belcantista. Gioachino Rossini, el primero de ellos, aparece continuamente en el blog. Gaetano Donizetti también tiene destacada presencia de mano de algunas de sus obras más infrecuentes. Pero, oh sorpresa, el tercer miembro de este musical triunvirato aún no ha aparecido en el blog. Hasta ahora, porque Vincenzo Bellini irrumpe en La Gazzetta junto a la que es su obra capital: Norma.

Bellini es una figura clave para entender el Belcanto. No obstante no estará de más indicar una pequeña biografía del compositor para encuadrarlo histórica y artísticamente en su época. Nacido en el seno de una familia de músicos en Catania el 3 de marzo de 1801 e hijo del organista Rosario Bellini, recibió las primeras lecciones de música de su padre y de su abuelo, Vincenzo Tobia Bellini. Bellini fue un niñó prodigio y cuenta la leyenda que a los dieciocho meses era capaz de cantar un aire de Valentino Fioravanti, que comenzó a estudiar teoría musical a los dos años de edad, piano a los tres y que a los cinco era capaz de tocarlo con soltura. Su primera composición data de cuando tenía seis años. Con una beca que le proporcionó el Duque de San Martino ingresó en Colegio de San Sebastián de Nápoles, donde estudió armonía con Giovanni Furno, contrapunto con Giacomo Tritto y composición con el célebre Nicola Zingarelli. Compuso música sacra (motetes, misas, etc.), de cámara y sinfónica, pero es la ópera el género musical que le dio fama. Compuso para virtuosos del bel canto, expresión lírica que exige una gran precisión y agilidad vocal. Intentó minimizar las diferencias clásicas entre las partes cantadas y recitadas - arias y recitativos -, manteniendo la tensión dramática. El estreno de su primera ópera, Adelson e Salvini, se produjo en 1825. Domenico Barbaja, director del teatro de ópera San Carlo de Nápoles y de La Scala de Milán, se interesó por ella, encargándole varias obras posteriormente. Fallecería en Puteaux el 23 de septiembre de 1835, truncándose así su carrera.

La obra protagonista de hoy fue estrenada en la Scala milanesa el 26 de diciembre de 1831. Felice Romani se encargó de redactar el libreto, basado en la tragedia de L.A. Soumet y L. Belmontet "Norma ou l'infanticide". La pieza clave de la obra es, sin lugar a dudas, la celebérrima "Casta Diva" donde se conjuntan la gravedad clásica con un apasionamiento muy romántico en la expresión, siendo éste uno de los grandes roles para soprano dentro del repertorio. Las grandes sopranos belcantistas se han interesado, y con razón, en dar vida a la desventurada sacerdotisa, llámense Maria Callas, Montserrat Caballé, Joan Sutherland, Leyla Gencer, etc.

Vamos a continuación son el argumento de la ópera, desarrollado en las Galias durante el año 50 a.C. Cortesía de Intermezzo.

Hasta el roble sagrado llega en procesión el pueblo galo, seguido de los druidas, a cuyo frente viene su jefe, Oroveso, padre de Norma. Todos piden a los dioses que les conceda la victoria sobre los romanos y su retirada del país. Entran ahora Pollione y Flavio, oficiales romanos. Pollione, que ha mantenido relaciones ilícitas con Norma, gran sacerdotisa druida, y con la que ha tenido dos hijos, dice que ahora ama a una joven virgen del templo, Adalgisa. Pollione presiente la venganza de Norma, mientras que, en la distancia, se oyen los cantos rituales de los druidas.

Se retiran los romanos y vuelven los druidas, que dan la bienvenida a Norma, la cual anuncia proféticamente la caída de Roma. Después, corta una rama del muérdago sagrado y dirige su plegaria a la Luna: "Casta diva", acompañada por Oroveso y el pueblo. En un aparte, expresa el amor que sigue sintiendo por Pollione. Después, la escena queda vacía.

Entra ahora Adalgisa e invoca la protección de los dioses. Aparece Pollione y la corteja. Adalgisa duda al principio, pero finalmente declara que ella también ama al oficial romano.

Norma, ahora en su morada con sus hijos, revela sus confusos y dolorosos sentimientos. Y pide a Clotilda, su confidente, que esconda a los niños cuando vaya a llegar Adalgisa. Sigue a esto un dueto entre Adalgisa y Norma. La confesión de Adalgisa despierta la comprensión de Norma, ya que ambas quebrantaron el voto de castidad. Pero cuando Norma pregunta el nombre del amante, Adalgisa dice: "Aquí llega", señalando a Pollione, que se acerca. La mutua decepción de las dos mujeres estalla apasionadamente. Finalmente se escucha a lo lejos el sonido del escudo sagrado que convoca a Norma para que hable a su pueblo; así, a las voces de los tres solistas se añade el coro lejano de los druidas, creándose un sobrecogedor final del acto.

Segundo acto. Es de noche. Norma tiene entre sus manos un puñal y contempla a sus hijos dormidos a los que, en su penosa tortura, piensa dar muerte. Pero no se decide a hacerlo y envía a Clotilda en busca de Adalgisa, a la que muestra los niños y pide que se los lleve con ella cuando se marche a Roma con Pollione, porque ella, Norma, va a morir. Adalgisa, sin embargo, ruega a Norma que siga viviendo para sus hijos y le dice que va a devolver a Norma el amor de Pollione. El dueto de las dos sacerdotisas termina en una apasionada confesión mutua.

En el bosque de los druidas, Oroveso y el coro manifiestan su odio hacia los romanos, pero se sienten sin fuerzas si Norma no les aconseja. Esta, en el templo, sabe de labios de Clotilde que Adalgisa quiere renovar sus votos como sacerdotisa, pero que Pollione ha jurado arrancarla del altar. Norma hace sonar entonces, por tres veces, el escudo sagrado y los druidas al oírlo, vienen a escucharla cantando un himno guerrero. Clotilda llega presurosa con la noticia de que un romano que intentaba penetrar en el templo ha sido hecho prisionero. Se trata de Pollione. Norma, toma una daga e intenta darle muerte, pero no es capaz de descargar el golpe.

Norma está ahora junto a Pollione, quien rechaza la súplica de la mujer de que abandone a Adalgisa; entonces Norma jura que ésta será quemada viva por haber quebrantado sus votos.

El pueblo recibe la orden de preparar la pira, pero cuando preguntan a Norma el nombre de la sacerdotisa culpable, responde: "Yo". El pueblo no quiere creerla, pero Norma insiste. Cuando traen a los niños, Norma pide a Pollione que cuide de ellos; pero Pollione no se mueve.

Lleno de angustia, el pueblo prepara el sacrificio de Norma. Arrepentido de su comportamiento y admirado por el valor y el amor de Norma, Pollione marcha con ella a morir en la hoguera.

Y a continuación, pues a lanzarnos a la grabación. No miento si digo que la versión que os ofrezco es una de las cimas en la vastísima discografía existente de la obra. Un ojo a la ficha de reparto puede servir de explicación a mi afirmación:

Norma: Montserrat Caballé
Pollione: Plácido Domingo
Adalgisa: Fiorenza Cossotto
Oroveso: Ruggero Raimondi
Clotilde: Elizabeth Bainbridge
Flavio: Kenneth Collins

London Philharmonic Orchestra
Ambrosian Opera Chorus
Carlo Felice Cillario

Esta grabación de 1972 nos muestra a una Montserrat Caballé en la cima de sus posibilidades. Sin entrar en la eterna polémica Callas-Caballé, sólo hay una Norma que pueda superar a nuestra Montse. Y esa es ella misma, que conseguía en sus representaciones creaciones electrizantes, cuyo clímax se alcanza en el registro live de Orange. Resulta pues baladí decir algo que no se haya dicho sobre la Norma de Caballé, máxime si se tiene en cuenta que es uno de los papeles base de su carrera. A su lado, Plácido Domingo y Fiorenza Cossotto ofrecen un fogoso y pasional Pollione y una inocente pero madura Adalgisa (escúchense los dúos de esta última con Pollione y Norma). Bien Ruggero Raimondi en el no muy lucido rol de Oroveso y más que eficientes Elizabeth Bainbridge y Kenneth Collins como Clotilde y Flavio. El recientemente desaparecido Carlo Felice Cillario, como experimentadísimo director que era en este repertorio, saca todo el jugo a las formaciones londinenses, que suenan particularmente brillantes.

Y para terminar, aqui os dejo los enlaces.

CD1
CD2
CD3

Que disfruteis de esta obra cumbre de la historia de la ópera.

sábado, 16 de febrero de 2008

Comentario sobre un comentario

Un simple comentario: he recibido seis comentarios seis con similar texto en mis seis últimas entradas del blog, firmados por un usuario anónimo que no deja ningún email para poder comunicarse con él. Los he suprimido absolutamente todos, porque de nada sirve tener seis comentarios que no varían ni en una sola palabra, pero quiero dejar constancia de lo que decía dicho comentario. Este es el texto literal:

En vez de subir tanta mierda sin titulo y sin identificacion, mas te valdria perder un par de minutos para hacer las cosas correctamente, idtaguear los mp3's y darles su nombre correspondiente...

sobre todo para obras mas desconocidas, pero aqui son todos unos chupa y lameculos que en vez de decir las verdades, no hace nmas que pelotearte

Para colgar las cosas asi, mas valdria que no nos hicieras perder el tiempo bajando material inidentificado e inidentificable, payaso


Bien, como he dicho en más de una ocasión, el blog está abierto a todo tipo de propuestas de mejora, siempre y cuando se hayan hecho desde la educación. Yo no voy a perder el tiempo ni en rebajarme al nivel de la persona que ha hecho estos comentarios ni muchísimo menos voy a insultarle, aunque esta persona se tome la libertad de llamarme "payaso".

Puntualizar que tengo una vida personal y profesional que llevar para adelante y todo el contenido de este blog lo escribo en mis ratos de tiempo libre. Ratos que podría dedicar a mil cosas pero que de tanto en tanto me gusta hacerlo compartiendo material infrecuente que tengo y que creo que os puede ser de interés. No tengo todo el tiempo libre que me gustaría tener y el que tengo, me gusta aprovecharlo. ¿Que no "idtagueo" (bonito palabro, vive Dios) los mp3? Pues sí, es cierto, no los "idtagueo". Pero creo que los datos de cada entrada dan suficiente información para saber lo que se va a escuchar. Creo.

A este usuario anónimo, pues simplemente indicarle que si no le gusta el blog, pues nada, mala suerte. Una cosa no puede ser plato de satisfacción de toda la humanidad. Supongo que si no le satisface como ofrezco el material, no volverá a descargarse nada de aqui. Pero vamos, una cosa es el suponer y otra cosa es el hacer. Por la parte que me toca no voy a poner ningún impedimento en ello.

En fin, quede aqui el comentario.

Un saludo para todos

lunes, 11 de febrero de 2008

Una Gioconda que no sonríe

Esta entrada de hoy va con cuádruple dedicatoria: para Mavi, para Cheto, para Juanmi y para Diego. Los tres primeros se van a estrenar en una función operística en directo, y encima a lo grande, en el Real de Madrid. A Diego no lo meto en el saco porque ya ha tenido oportunidad de estrenarse (aunque empezando de manera más honesta en el humilde teatro de cervantino nombre de Málaga) y ya sabe lo que es presenciar una función como un patricio a precio de plebeyo (benditas entradas de último minuto... yo no quiero cumplir nunca los 26). Pueden apuntarse en sus respectivos currículums el logro de hacer que escriba en este blog sobre un estilo que se aleja muy mucho del belcantista que aqui impera. Pero bueno, siempre es buen momento para hacer una excepción y este es uno de ellos. Espero que los componentes del Clan Gorgorito, capitaneado por Rossini y flanqueado por Donizetti y Bellini (que por cierto este último aún no ha aparecido en el blog, tendré que ponerle remedio cuanto antes) no se me enfaden.

Hoy llega al blog una Gioconda sin enigmática sonrisa, una Gioconda sin ambigüedad sexual, una Gioconda sin interesante mirada. Porque La Gioconda que hoy recala en el blog no es la de Leonardo, sino la de Amilcare Ponchielli, desgraciada donde las haya y sufrida como la que más.

Ponchielli vino al mundo en la región lombarda, concretamente en Padernò Fasolaro, un 31 de agosto de 1834. Comenzó a estudiar con su padre, que era organista. A los nueve años ingresó en el conservatorio de Milán. Fue organista en la iglesia de San Hilario en Cremona, donde también fue profesor de música. Fue maestro director de las bandas municipales de Piacenza y Cremona, y para ellas compuso algunas obras. En 1881 fue nombrado maestro de capilla de Santa María la Mayor en Bérgamo. En 1883 entra como profesor en el Conservatorio de Milán. Entre otros alumnos, tuvo a Giacomo Puccini y Pietro Mascagni. Falleció en Milán el 17 de enero de 1886, con tan sólo 51 años de edad, a causa de una pulmonía que contrajo con motivo de su asistencia a una función en Piacenza precisamente de la obra protagonista hoy en el blog.

La Gioconda es, sin lugar a dudas, la ópera que ha hecho que Ponchielli pase a la posteridad. Estrenada en la Scala milanesa el 8 de abril de 1876, contó como libretista con Arrigo Boito, que firmó su obra como Tobia Gorrio. Está basada en el drama de Victor Hugo "Angelo, tyran de Padoue" y en su estreno participó el legendario Julián Gayarre. Ponchielli tuvo problemas con el libreto desde el principio, y a pesar de que el estreno de 1876 fue un éxito, el compositor reconstruyó la obra que se volvió a estrenar en La Scala el 12 de febrero de 1880. Su momento más conocido: la Danza de las Horas, que fue incluso utilizado por Walt Disney para una de las escenas de su mítica Fantasía. Particularmente inspirado resulta el momento cumbre para el tenor, Cielo e mar y el de la soprano, Suicidio!

La partitura requiere seis grandes voces (que no voces grandes) para sus seis roles principales (Gioconda, Cieca, Alvise, Laura, Enzo y Barnaba). De ahí que, en lo que a sus protagonistas se refiere, añadiendo además al director, se necesite un conjunto vocal equilibrado para que los resultados globales sean plenamente satisfactorios.

Vámonos con el argumento de la obra, que cuenta entre sus filas a uno de los personajes más detestables y deleznables de toda la historia de la ópera: Barnaba. Cortesía de la web Intermezzo.

Al comienzo del primer acto nos encontramos en una plaza enfrente del palacio del Dux. En ella está situado el buzón donde se depositan las denuncias anónimas que se hacen al Tribunal de la Inquisición. Un grupo de alegres venecianas y venecianos cantan y bailan contemplados desde un rincón de la plaza por el espía Barnaba, al acecho siempre de que alguien cometa una falta para informar a los inquisidores. Este agente del Santo Tribunal ama a la cantante de coplas conocida en la ciudad con el nombre de la Gioconda. Ésta aparece conduciendo a su vieja madre ciega y Barnaba aprovecha la oportunidad para declararle la pasión que le inspira, mas la muchacha se aleja de él con repugnancia mientras busca al rico genovés Enzo, del que está enamorada. Llega a la plaza el gondolero Zuane, que acaba de ser vencido en unas regatas, y el pérfido espía, para vengarse de los desdenes de la Gioconda, le dice que la vieja ciega le ha echado un sortilegio que con su maléfico hechizo le ha impedido vencer. El gondolero, dominado por la cólera, intenta maltratar a la pobre anciana cuando aparece Enzo y lo impide.

Entran también el juez inquisidor Alvise y su bella esposa Laura, que sostiene secretamente relaciones amorosas con el noble genovés. Laura suplica a su marido que tome bajo su protección a la vieja mujer, la cual, conmovida por este generoso rasgo, hace entrega a la compasiva dama de su rosario, como prueba de gratitud. En tanto, el espía Barnaba ha observado las miradas apasionadas que Laura y Enzo se dirigían, y, para deshacerse de este rival en el amor de la Gioconda, trama una intriga a fin de perderle. Llevándoselo aparte, le dice que Laura le visitará aquella noche en la embarcación que tiene anclada en el muelle veneciano, a cuya noticia el joven aristócrata escapa para preparar un digno recibimiento a su amante. El vil espía informa después de lo mismo a Alvise, dándole cuenta de la hora y lugar exactos en donde podrá comprobar la infidelidad de su esposa. La Gioconda, que oye esta declaración, se ve asaltada por los celos al saber que Enzo ama a otra. Seguidamente aparece el coro de lindas muchachas y mozos venecianos, y bailan en medio de la plaza la famosa danza llamada " furlana", acabando así el acto I.

Comienza el acto II. Puente de un navío amarrado en el puerto de Venecia. El espía Barnaba, disfrazado de pescador, canta en compañía de unos marineros. Después de mandar a uno de ellos a prevenir en su nombre a las galeras de la policía del Dux, se esconde. Llega Enzo a su buque y es saludado con aclamaciones por toda la tripulación. Él se siente feliz entre cielo y mar y cuando aparece su amada Laura la introduce a bordo diciendo que levarán anclas aquella madrugada para zarpar con las primeras luces de la aurora. Pero su dicha es turbada por la llegada de la celosa Gioconda, que disputa el cariño del hombre querido con la rival que se lo arrebata. Extrayendo una daga que llevaba escondida, se dispone a apuñalar a Laura, cuando percibe el rosario de su madre que aquélla lleva al pecho, y al recordar el generoso comportamiento con la pobre ciega, desecha su criminal propósito y se le ofrece como amiga. En aquel momento aborda el buque una de las naves de la policía conduciendo al marido de Laura, y la Gioconda, para salvarla del compromiso en que se encuentra si es sorprendida, la ayuda a escapar. Seguidamente informa a Enzo que los agentes del Dux vienen a prenderle, habiendo sido denunciado por el espía Barnaba. El joven genovés, prefiriendo perder su buque antes que entregarlo al innoble esbirro de los inquisidores, le prende fuego por su propia mano, poniéndose a salvo después. Finaliza así el acto.

El acto III comienza en el salón en el palacio de Alvise. Este inflexible juez, aunque no ha podido comprobar plenamente la infidelidad de su esposo, decide que, para expiar sus aparentes ligerezas, perezca aquella misma noche. Así, pues, le ordena que beba un brebaje que contiene veneno y se libre ella misma de una vida que no ha sabido soportar con dignidad. La sumisa esposa promete obedecerle, mientras la Gioconda, que reconocida por el bien que hizo a su madre vela por ella, substituye el veneno de la copa por un fuerte narcótico. Laura lo ingiere y cae sumida en profundo letargo. Alvise, creyendo que ha muerto ya, abre las puertas del salón a sus invitados, a los que ofrece una gran fiesta en la que se ejecuta la deliciosa "Danza de las Horas". El implacable Barnaba dice a Enzo, que es uno de los convidados, que su amada ha muerto. En su desconsuelo éste trata de desenmascarar al anfitrión acusándole de celebrar un baile en su casa, donde hay una persona de cuerpo presente. Al escándalo que produce esta grave denuncia acuden los guardias, que arrestan a Alvise, el cual, antes de abandonar el salón, descorre una cortina y muestra el inanimado cuerpo de Laura, a la que dice ha dado muerte él mismo. Todos los comensales quedan petrificados de horror. Enzo trata de vengar a la que supone su difunta amada, asesinando al cruel marido, pero varios invitados lo detienen, y mientras los guardias se llevan a Alvise, él queda preso bajo la custodia de Barnaba. Entonces la Gioconda ofrece a éste acceder a su amor si pone en libertad a Enzo, trato que acepta el apasionado espía con la esperanza de poder poseer al fin a la mujer que ambiciona.

El cuarto y último acto comienza en las ruinas de un castillo emplazado en la costa del mar Adriático. Hasta este apartado refugio ha conducido la abnegada Gioconda el aletargado cuerpo de Laura. Una vez ha llegado, dice a los hombres que la han ayudado a evadirse que vayan en busca de su anciana madre, pues teme que sus perseguidores se venguen en la infeliz ciega.

Aparece Enzo y Laura empieza a despertar de su pesado sueño. Los dos amantes se abrazan tiernamente y juran no separarse jamás. La desdichada Gioconda contempla este idilio con tristeza, pues piensa que está condenada a una eterna soledad, y después de ayudar generosamente a los dos amantes a ponerse a salvo, decide morir.

Cuando se dispone a engullir una pócima venenosa, aparece el espía Barnaba que viene a reclamar la promesa que le hizo. Ella finge estar dispuesta a cumplir la palabra empeñada, puesto que él cumplió con la suya, mas aprovechando una distracción del espía, saca su daga y se apuñala el pecho. El cruel Barnaba, viéndola moribunda, aún tiene tiempo de amargar sus últimos instantes de vida, diciéndole pérfidamente que antes de venir en su busca había dado muerte a su vieja madre.

Pues ya sólo nos resta lanzarnos sobre una grabación. La que os ofrezco es para mí la referencia de esta obra. Echándole un ojo a la ficha de reparto os podeis hacer una idea de porque lo digo:

La Gioconda: Anita Cerquetti
La Cieca: Franca Sacchi
Alvise Bedoero: Cesare Siepi
Laura Adorno: Giulietta Simionato
Enzo Grimaldo: Mario del Monaco
Barnaba: Ettore Bastianini
Zuane: Giorgio Giorgetti
Isepo: Athos Cesarini
Un piloto: Guido Pasella
Un cantante: Edio Peruzzi

Orchestra e Coro del Maggio
Musicale Fiorentino
Gianandra Gavazzeni

Como os comentaba esta grabación, de 1957, es para mí una de las mejores que se ha hecho de la obra. Anita Cerquetti, soprano de efímera carrera, da una Gioconda electrizante, con un "Suicidio!" que pone los pelos de punta. Mario del Monaco por su parte es una voz grande que en este registro no consigue ser una gran voz en el ciento por ciento de la partitura. Se echa en falta mayor matiz y menos estentoreidad. No obstante, un derroche vocal como Enzo. En lo tocante a Giulietta Simionato, Ettore Bastianini (que pena de carrera truncada por la muerte en pleno cénit) y Cesare Siepi, simplemente diré que son una Laura, Barnaba y Adorno referenciales, un lujo para la grabación. Emotiva la Cieca de Franca Sacchi y competente el resto del reparto. Gianandrea Gavazzeni deja su particular firma en forma de música al frente de las huestes del Maggio Musicale Fiorentino.

Y para terminar, aqui os dejo los enlaces, editados y fragmentados, como siempre:

CD1, primera parte
CD1, segunda parte
CD2, primera parte
CD2, segunda parte

Y un parrafito para mis dedicados: no os vayais a esperar en esta obra el más mínimo gorgorito. Esto no tiene nada, pero nada, nada, nada que ver con el Tancredi rossiniano. Sin embargo es de esas obras que, correctamente planteada, te hace fijar los ojos en el escenario y dejarte llevar por la música y su argumento. ¡Qué disfruteis del Real!

domingo, 10 de febrero de 2008

La obra que inspiró un blog

Hace poco más de un año me planteaba que nombre ponerle al futuro blog que tenía pensado crear. Se me vinieron a la cabeza varios candidatos pero al final me decanté por el que ya todos sabeis y que aparece presidiendo este blog desde el día que nació. Pues bien, fue una obra de Gioachino Rossini, omnipresente él por estas páginas, el que inspiró el título del blog. Y concretamente una de sus óperas menos conocidas. Os estoy hablando de La Gazzetta, la obra que va a ser hoy protagonista.

Rossini estrenó su Gazzetta en el Teatro dei Fiorentini el 26 de septiembre de 1816, teniendo como libretista a Giuseppe Palomba, que a su vez se basó en "Il matrimonio per concorso" de Goldoni. Sin ir más lejos, "La Gazzetta" rossiniana lleva como segundo nombre el de la obra de Goldoni. Se trata de una obra "menor" del compositor, sobre la cual no puso demasiado empeño por tener entre manos otros menesteres más importantes como era el estreno de su Tancredi en la misma ciudad donde estrenó la obra que hoy nos ocupa. Es por ello por lo que, para su creación, echó mano a piezas de óperas precedentes, abundando pues el autopréstamo en esta obra. De tal manera, a medida que la obra va avanzando, nos vamos reencontrando con la introducción de "L´equivoco stravagante", el terceto entre bajos y tenor que ya podíamos escuchar en "La pietra del paragone", el dúo entre soprano y bajo o la escena al completo del baile de máscaras procedentes directamente de "Il turco in Italia" o piezas varias del "Torvaldo e Dorliska". Si a ello añadimos que la cantidad de recitativo en esta ópera es bastante ingente, concluiremos que hay que comprender que "La Gazzetta" lleve a menudo como coletilla "ópera menor".

Pero maticemos: no asociemos el término "ópera menor" con "ópera mediocre". Porque si bien es cierto que está a larga distancia de las obras maestras del Cisne de Pesaro, escuchándola nos damos cuenta de que la música nueva con la que cuenta es realmente deliciosa. Así, piezas como el dúo del segundo acto entre Filippo y Lisetta o las arias de ambos en este mismo acto son francamente plausibles.

Rossini realizó una distribución vocal variada para los distintos personales de la obra. Así, Alberto es un papel para tenor contraltino. Don Pomponio es un personaje para bajo buffo mientras que el de Filippo es más adecuado para un bajo noble, si bien debe transmitirle al rol un aire burlesco. Los papeles secundarios de Anselmo y Monsù Traversen son roles de carácter cómico para bajo. En lo tocante a la parte femenina, Lisetta y Doralice son dos personajes para soprano y mezzosoprano cómica respectivamente. El secundario rol de Madama la Rose es mezzosopranil y de carácter cómico.

Contemporáneamente, la obra no ha contado con gran difusión discográfica. La primera grabación disponible data del año 1960 (nueva muestra de lo que la pre-Rossini Rennaisance constituyó en el mundo de la ópera por entonces), con un reparto que incluía a un solvente Italo Tajo en la parte de don Pomponio, una impertinente Angelica Tuccari como Lisetta, un elegante Agostino Lazzari como Alberto y un estupendo Mario Borriello como Filippo. A la batuta, Franco Caracciolo. No eran años para pedir peras al olmo y la versión adolece de vida y estilo, pero para ser una recuperación en toda regla lo menos que podemos hacer es agradecerla. Muy probablemente lo que escuchamos en esta versión -en lo tocante a recitativo y música-es lo que debió escucharse en el estreno de la obra en 1816. Posteriormente llegarían dos grabaciones más hasta que el Festival de Pesaro diera un gran empujón a la obra. Y es que en la edición 2001 del rossiniano festival se programó una nueva versión de "La Gazzetta" a cargo de Dario Fo y Philippe Gossett. Si bien la puesta en escena de Dario Fo era un verdadero despropósito, la obra gana bastantes enteros musicalmente, aligerando los recitativos, dando virtuosismo y elegancia a varias piezas e incluyendo -oh, sorpresa- la celebérrima tarantella rossiniana "Già la luna é in mezzo al mare" en uno de los recitativos del acto I. Se creó edición discográfica de esta función y posteriormente esta revisión pesarense se paseó por varios escenarios, incluyendo entre ellos el del Liceu de Barcelona, para recalar nuevamente en Pesaro en la edición del Festival de 2005.

Argumentalmente, la obra narra como el comerciante don Pomponio Storione pone un anuncio en el periódico (la Gazzetta a la que alude el título de la obra), ofreciendo la mano de su hija Lisetta al mejor postor. La llegada a la posada del comerciante Anselmo y su hija Doralice complicarán las cosas, ya que el pretendiente de la hija de don Pomponio, Alberto, confundirá a Doralice con Lisetta. Filippo, dueño de la posada en la que todos se alojan y que ama y es correspondido por Lisetta, padecerá una pequeña crisis amorosa con ésta última por otro nuevo equívoco. Tras varias confusiones y tretas presenciadas por dos personajes más, Monsù Traverse y Madama La Rose, todo acabará felizmente con la reconciliación de Lisetta y Doralice con sus dos molestos padres y la unión de ambas con Filippo y Alberto respectivamente.

Pues ahora, vamos con la grabación. La que os ofrezco es la del regreso de "La Gazzetta" a Pesaro, en la edición del Festival de 2005 que ya os comentaba anteriormente.



Veamos la ficha de reparto:

Don Pomponio Storione: Bruno Praticò
Lisetta: Cinzia Forte
Filippo: Lorenzo Regazzo
Doralice: Francesca Provvisionato
Anselmo: Andrea Porta
Alberto: José Manuel Zapata
Madama La Rose: Manuela Custer
Monsú Traversen: Paolo Bordogna

Orquesta Sinfónica de Galicia
Coro da Camera di Praga · Antonello Allemandi

Estamos ante una muy disfrutable grabación. Bruno Praticò nos da un buen don Pomponio, que mejor es escucharlo que verlo, ya que sobre la escena se mueve torpemente y con bastante poca gracia. Realmente bien Cinzia Forte como una marimandona y consentida Lisetta. Pero los puntos fuertes de la versión son sin dudas José Manuel Zapata (que debutaba en el Festival "grande") y Lorenzo Regazzo, que dan un Alberto y Filippo sencillamente estupendos. Paolo Bordogna canta un muy buen Monsú Traversen (poca responsabilidad para una voz que ha adquirido compromisos mayores en el Festival). Bien Andrea Porta, Manuela Custer y Francesca Provvisionato como Anselmo, Madama La Rose y Doralice. Antonello Allemandi, director de gran bagaje belcantista, dirige competentemente a la Sinfónica de Galicia. La parte coral está defendida, como no, por el Coro da Camera di Praga.

La grabación, procedente de una toma radiofónica de muy buen sonido, va editada y fragmentada en pistas, como es habitual en este blog. Los enlaces, a continuación:

CD1
CD2

Pues nada, a disfrutar de este infrecuente título rossiniano. ¡Hasta la próxima!

lunes, 4 de febrero de 2008

Pauline García, Pauline Viardot

Cuando daba por finalizada la entrada dedicada a García y sus tonadillas os prometía retomar a su familia en la figura de su segunda hija, Pauline Viardot. Pues bien, cumpliendo con lo dicho, en esta entrada me voy, nos vamos a lanzar sobre la vida y un poquito de la obra de esta leyenda del mundo de la lírica.

Pauline García vino al mundo allá en tierra extraña, como diría la canción. Nacida en París el 18 de julio de 1821, fue la segunda de las ilustres hijas del patriarca Manuel García. Su hermana fue la celebérrima Maria Malibrán, fallecida demasiado prematuramente a causa de un accidente. Algo debía tener la Viardot para que fuera ojito derecho de su padre. Y es que nuestra protagonista recibió instrucción musical de su progenitor. Las lecciones que recibiría por parte de diversos maestros forjarían una voz con una extensión entre el FA3 y el DO6.

Su debut concertístico tendría lugar en 1837, cuando Pauline tenía dieciseis años. Dos años más tarde debutaría operísticamente en Londres con la Desdemona del Otello rossiniano, cosechando un clamoroso éxito. En 1840 contrae matrimonio con el director del Théatre Italien de París, Louis Viardot, adoptando pues su apellido.

Y con tan sólo veinte años de edad, la carrera de la Viardot se dispara. Autores como Chopin, Berlioz o Saint-Saëns le dedican diversas composiciones. Una de sus mayores craciones sería la Fidés de "Le prophéte", papel que Meyerbeer compuso pensando especialmente en ella. Pero no despiera admiración tan sólo entre autores musicales: directores, novelistas y escritores se maravillan ante sus dotes vocales. Georges Sand, compañera sentimental de Chopin, la haría protagonista de una de sus novelas: "Consuelo".

La carrera profesional de Pauline no se circunscribe sólo al canto: también ejercería como compositora creando óperas y ciclos de canciones. También posee hablidades idiomáticas, dominando seis lenguas: español, inglés, francés, italiano, alemán y ruso. Precisamente en tierras rusas pasaría tres años de su vida como primera figura de la Ópera de San Petersburgo, entre 1843 y 1846.

En 1863, nuestra protagonista se retira de los escenarios, abandona Francia junto a su familia por su oposición a Napoleón III y traslada su residencia a Baden-Baden. Con la caída del emperador regresa de nuevo a Francia, donde comienza a impartir clases en el Conservatorio de París.

En 1883 fallece su marido. Viardot gozaría aún de veintitrés años más de vida, falleciendo finalmente a los ochenta y nueve años. Fue enterrada en el cementerio de Montmartre, dónde a día de hoy aún reposa.

¿Qué tal si ponemos un poco de música a la figura de Pauline Viardot? Para ello os ofrezco un recital titulado Pauline Viardot and friends, el cual recoge varias canciones de nuestra soprano así como piezas de otros compositores vinculados directamente a su figura. El programa del recital es el siguiente:

Pauline Viardot: Dve rozy, L'Absence, Berceuse, Le Chêne et le roseau, Utës, Die Sterne, Scène d'Hermione, Sinitsa, Indécision, Allein, En mer, Buria, C'est moi, Ici-bas tous les lilas meurent, Zaklinanie, Havanaise; Manuel Garcia: Celos; Gioachino Rossini: La Regata veneziana; Charles Gounod: Chanson de printemps; Giacomo Meyerbeer: Délire; Frédéric Chopin: Berceuse; Hector Berlioz: La Captive, op. 12.

Y cuatro protagonistas: la extraordinaria y rossinianísima soprano Anna Caterina Antonacci, la mezzosoprano Frederica Von Stade, el barítono Vladimir Chernov y al piano, David Harper. Fanny Ardant (sí, la Callas de la famosa película) realiza una introducción a cada una de las piezas para poner al oyente en situación de lo que va a escuchar.

Este recital se celebró en el Théâtre du Chatelet de París el 1 de marzo de 2006. La grabación, procedente de una emisión radiofónica francesa, tiene un sonido extraordinario. Va, como de costumbre, editada y fragmentada en pistas. Os dejo los enlaces:

CD1
CD2

Pues nada, a disfrutar de otra de las figuras clave del clan García.

¡Hasta la próxima!