domingo, 22 de abril de 2007

Que puñeteras son estas mujeres...

Como ya sabeis, hay títulos de vastísimas proporciones que en su tiempo fueron compuestos con la idea de obtener grandes perspectivas de futuro. Pongamos como ejemplo el Mefistofele de Boito. Sin embargo, a pesar de todo el trabajo del compositor, a la hora de la verdad la obra no remonta el vuelo y la aceptación entre público y crítica no es la esperada. Y sin embargo luego tenemos títulos de apenas cuarenta minutos de duración en la que la sencillez musical, la cercanía argumental para con el espectador y la ligerez dramática son armas más que efectivas para conseguir enganchar al público y conseguir el éxito que todo artista va buscando con su obra. Y esto es precisamente lo que consiguió Giovanni Battista Pergolesi cuando dio a conocer La serva padrona, la que va a ser nuestra protagonista en el día de hoy.

"La serva padrona" no es como tal una ópera, sino un intermezzo, es decir, una pieza de duración honesta destinada a ser representada en el descanso de la representación de un título de mayor envergadura musical y dramática. Digamos que sería una especie de descanso musical que busca que el espectador desconecte un poco de la obra protagonista. En el caso de "La serva padrona", fue compuesta para hacer de intermedio de la ópera "Il prigioner superbo", también compuesta por el propio Pergolesi. Ópera e intermedio fueron estrenados el 28 de agosto de 1733 en el Teatro San Bartolomeo de Nápoles. El libreto de nuestra protagonista es obra de Antonio Di Federico, que logra recrear una divertida situación entre señor y criada en un libreto sencillo pero de gran efectividad. ¿Qué tuvo más éxito? ¿La ópera protagonista de aquel día o la obrita que servía como intermedio? Paradojas de la vida: "La serva padrona" superó en éxito de manera considerable a "Il prigioner superbo". Tanto éxito tuvo que a lo largo de los años se siguió representando, tanto en tierras italianas como europeas, algo verdaderamente insólito, ya que en la época ésto no sucedía prácticamente nunca. Precisamente en una de estas representaciones europeas, concretamente en París, se sucedió en 1752 la denominada "Guerra de los bufones", una batalla cultural en la que los bandos contrarios estaban formados por los partidarios de la música italiana y sus detractores. Como buena guerra cultural que era, las armas de estas batallas eran la cantidad de artículos y escritos que los pertenecientes a uno y otro bando escribían en periódicos y publicaciones de la época. Tan en boga estaba el tema que el celebérrimo Jean-Jacques Rousseau medió entre uno y otro bando componiendo un título con la intención de conciliar ambas posturas. De este intento nació "Le devin du village", una obra de buenas intenciones pero sinceramente aburrida. Pero bueno, esto no es lo que nos ocupa ahora...

Pues nada, tras este recorrido histórico... vámonos al argumento. En la primera parte de esta obra vemos a un Uberto desesperado porque su criada, Serpina, aún no le ha servido el desayuno. El pobre Vespone, otro criado, es al que le toca pagar los platos rotos, ya que el señor desahoga con él todo el enfado que tiene. Al cabo de un rato llega la insolente de Serpina, que despacha al malhumorado de su señor sin cortarse un pelo. El enfado de Uberto va a mayores, que al señor hay que tenerle un respeto. Pero Serpina se pasa todo lo que le dice Uberto por el arco del triunfo y sigue poniéndole verde. Y por si esto fuera poco, le amenaza con dejarle encerrado en casa bajo llave. El pobre de Uberto apenas puede creer lo que la altiva de su criada le está diciendo y no duda en responderle, pero Serpina se encarga de echarle el freno y se toma a broma todo lo que le dice. De nuevo es el pobre Vespone (que a todo esto el pobre muchacho es mudo y no puede decir nada) el blanco de la ira de Uberto, que le dice que a ver cómo puede consentir que una mujer hable así. Harto de soportar a Serpina, el amo le ordena a Vespone que le busque a Serpina un novio. La criada no tiene ningún inconveniente... pero ella ya ha puesto el punto de mira en Uberto. El amo se niega en rotundo, pero cuando a una mujer se le pone en la cabeza una idea... difícil es hacerla cambiar de opinión.

En la segunda parte, Serpina le hace saber a Uberto que ha encontrado un novio. Es un militar de alta graduación pero de bastante mal carácter y muy muy parco en palabras. Puesto que ya ha encontrado un hombre con quien casarse, ya está de más en la casa, así que se despide del amo. Uberto se entristece por perder a su criada y reflexiona sobre el futuro de Serpina. Al cabo de un momento, la criada llega con su supuesto novio, que no es otro que Vespone disfrazado. Uberto pretende entablar conversación con el militar, pero éste no responde absolutamente nada. La tensión se puede cortar con unas tijeras y entre pitos y flautas llega el momento en el que el supuesto novio pide la dote: un fortunón. Evidentemente Uberto se niega a pagar semejante dinero. La ira del militar va en aumento y Uberto, viendo que Serpina no tendrá buen futuro con ese hombre, decide casarse con ella. En este momento se descubre que el militar no era otro que Vespone disfrazado. Uberto protesta... pero por protestar: en realidad está contentísimo con su futura esposa. Y con la felicidad de la nueva pareja culmina la obrita.

Pues vámonos de cabeza hacia la grabación. La versión que os ofrezco data de 1950 y fue publicada por la entonces activa casa Cetra:




La pareja protagonista es extraordinaria. Como Uberto tenemos a un Sesto Bruscantini referencial. Y con esto queda dicho todo: imposible cantar e interpretar mejor al inocente de Uberto. Como Serpina tenemos a Angelica Tuccari, que consigue transmitirle al rol toda la picardía y astucia que requiere. Alfredo Simonetto, al frente de la Orchestra Lirica di Milano della RAI no destaca especialmente: esta era la tónica musical de las versiones de las óperas del XVII y del XVIII de mediados del pasado siglo.

Y para terminar, aqui os dejo el enlace. A disfrutarlo:

1 comentario:

Unknown dijo...

Hola como esta amigos? yo se la tema es differente pero quise compartir con usted!excursiones en estambul