lunes, 7 de julio de 2008

La bisabuela del rossinianismo


Hace ya unas semanas que no escribo en el blog. Y es que hasta agosto que no coja vacaciones seguiré con todos mis jaleos diarios, que os puedo asegurar que no son precisamente pocos. Pero como ya he comentado más de una vez tengo la suerte que todo lo que hago me llena plenamente, así que la verdad es que para nada puedo quejarme.

Para sacar al blog momentáneamente de este tiempo de espera he escogido una figura trascendal en el mundo belcantista en general y rossiniano en particular. Y es que esta voz fue la única que se atrevió a lanzar verdadera luz sobre Rossini en una época en la que el compositor pesarense era amenazado continuamente por brumas y nubarrones grises por todos los frentes. Esta voz a la que me refiero no es otra que la gran Conchita Supervia.

Conchita Supervía, catalana de nacimiento, vino al mundo en la capital condal un frío 9 de diciembre de 1895. Con sólo doce años comienza sus estudios de canto. Tantas son las aptitudes que la joven Conchita muestra para la música que el 1 de octubre de 1910 hace su debut sobre un escenario. Sería en una ópera del argentino Stiattesi, “Blanca de Bieulieu” en el breve papel de la Bruja. Así comienza su singladura en pequeños papeles de diferentes títulos hasta que en 1911, con sólo dieciséis años, debuta Rosenkavalier en el papel de Octavian. Al Liceu de Barcelona llega un año más tarde de mano de “Samson et Dalila” y “Carmen”. Y así comienza su despegue hacia el triunfo, que se asentaría con sus interpretaciones de Mignon (rol titular), Maddalena (“Rigoletto”) y Leonora (“La Favorita”).

La Gran Guerra ya había estallado y durante el periodo bélico conoce a Francesco Santamaría, alcalde de Nápoles, iniciando así una relación de la cual nacería su hijo Giorgio. Sin embargo, Santamaría sentía un odio profundo hacia el teatro, lo que propició que la relación se fuera a pique. Ello no impidió que Supervía siguiera conquistando todos los teatros que pisaba, haciendo nuevas creaciones de Carmen, Mignon o Marguerite (“La damnation de Faust”).

El debut en la Scala milanense llega en 1925 con “Hänsel und Gretel”, en la que Supervía se encargaba del rol masculino titular. Un año más tarde regresa a la Scala para estrenar en Italia “El amor brujo” de Manuel de Falla. Al año siguiente retornaría con “Rosenkavalier”, dirigida por el propio Strauss. Repetiría presencia en 1928, año en el que aborda “Le nozze di Figaro” junto al gran Mariano Stabile y estrena “L´heure spagnole” de Ravel.

Los éxitos en su carrera se siguen sucediendo tras su debut londinense en 1930. Allí canta “Carmen”, con Thomas Beecham a la batuta. El carácter de ambos y la concepción que cantante y director tenían del personaje provocan varias discusiones que felizmente acaban resolviéndose. Además de la gitana, Supervía es requerida para cantar “La Perichole” (Offenbach) y “Frasquita” (Lehar), entre otros títulos.

En 1935 Supervía queda de nuevo encinta. Desgraciadamente, la cantante contaba entonces con 40 años de edad y el embarazo era bastante arriesgado. Los días transcurrieron con bastante penuria hasta que se vio obligada a ingresar el 29 de marzo de 1936 en una clínica londinense. Allí daría luz a un hijo sin vida. Una infección generalizada producida por el parto sesgó su vida al día siguiente.

Conchita Supervía es, literalmente, la bisabuela del rossinianismo, una figura esencial para la interpretación de la música del Cisne de Pesaro. Increíble íntérprete del triángulo buffo rossiniano por excelencia (“Il barbiere di Siviglia”, “La Cenerentola” y “L´italiana in Algeri”), su prestación hacia el compositor de Pesaro fue como encontrar un oasis en pleno desierto.

En 1915 presenta en el Liceu de Barcelona su Rosina, papel del que las sopranos ligeras se habían apropiado de forma indiscriminada en aquellos entonces. Supervía devuelve el rol a sus orígenes mezzosopraniles y haciendo uso de la gran vena artística que tenía desde pequeña y de su atractiva voz, embellecida por un vibrato en todo momento controlado, da una gran interpretación.

En 1921 incorpora el segundo vértice del triángulo buffo rossiniano: Angelina (“La Cenerentola”). Al igual que ya había hecho con Rosina, su Angelina es un prototipo de cómo cantar el rol, toda una rareza en la época que cuando se cantaba se sometía a todo tipo de amputaciones y desnaturalizaciones.

En 1925 aborda el tercer y último vértice: Isabella (“L´italiana in Algeri”). Supervía graba además los cuatro números estelares del personaje (la cavatina “Cruda sorte”, el dúo “Ai capricci della sorte”, el rondó “Per lui che adoro” y el aria “Pensa alla patria”). Su interpretación alcanza las altísimas cotas que ya marcó con Rosina y Cenerentola. Sin embargo nos encontrábamos entonces en el limbo rossiniano. El rigor metodológico en lo que a Rossini se refiere brillaba por su ausencia y al compositor se le trataba como un diablo venido a la tierra. Así se criticaba la ópera con motivo de unas funciones en el Liceu con Supervía como protagonista: "El autor de "L´italiana in Algeri" representada estos días en el Liceo es uno de los responsables del descenso del gusto del público durante una larga época. Como otros autores de óperas de un periodo funesto, es culpable de un retroceso de tan malas consecuencias que aún hoy sufrimos sus efectos. ¡Pobre Gluck, que tanto había luchado por regenerar la escena lírica!. Pase como una humorada, si se quiere, la exhumación de esta Italiana indeseable; mas tendríamos que vigilar ahora que no se quede demasiado tiempo a la luz. Nuestro voto es que la vuelvan a enterrar pronto y muy adentro, y la dejen para siempre en reposo"

La audición que os propongo permite obtener una buena idea del arte de Conchita Supervía. Se trata de un recopilatorio titulado "Ópera y música española". Como su propio nombre indica, el disco está dividido en dos partes claramente diferenciadas. La parte operística permite obtener una clara visión de la Supervía operística. Sus legendarios Rossinis junto a Gounod, Thomas, Saint-Saëns y Delibes es el programa que el disco nos ofrece. La segunda parte, dedicada a música española, permitirá obtener una visión de la intérprete y percibir como Supervía pliega la voz al caracter de las diferentes piezas que aborda. El programa completo de este disco es el siguiente (se indica junto a cada pieza el año de grabación):

Arias operísticas

Rossini: L'Italiana in Algeri. Ai capricci della sorte (con Carlo Scattola): 1927
Rossini: Il Barbiere di Siviglia. Una voce poco fa: 1927
Rossini: Il Barbiere di Siviglia. Contro un cor (con Giovanni Manuritta): 1928
Rossini: La Cenerentola. Nacqui all'affanno: 1927
Gounod: Faust. Il était un roi de Thulé: 1931
Thomas: Mignon. Connais-tu le pays?: 1931
Saint-Saëns: Samson et Dalila: Printemps qui commence: 1931
Delibes: Bonjour Suzon: 1930
Delibes: Viens, une flûte invisible: 1930

Música española (Frank Marshall, piano)

El paño moruno: 1930
Seguidilla murciana: 1930
Asturiana: 1930
Jota: 1930
Nana: 1930
Canción: 1930
Polo: 1930
Balomir - Meus Amores (Balada Gallega, en gallego): 1929
Serrano: La Alegría del Batallón. A una gitana preciosa: 1932
Serrano: El Mal de Amores. Canción de la gitana: 1932
De Yradier: La Paloma: 1930
Joaquín Valverde: Clavelitos: 1927

El enlace a este disco es el siguiente:

Recital

Espero que disfruteis del arte de esta gran intérprete, una mujer a la que los rossinianos le debemos mucho.


miércoles, 23 de abril de 2008

Tiempo de espera

¡Muy buenas a todos! Como podeis ver, el blog lleva sin actualizarse unas semanas. Afortunadamente no es por nada malo, sino por todo lo contrario: mis temas laborales y algunos proyectos que tengo entre manos que particularmente me entusiasman no me dejan tiempo para dedicarle al blog y digo yo que también tengo que echar mis ratos de descanso, que uno no funciona con pilas Duracell...

Me gusta crear entradas con información sobre lo que ofrezco en cada una y no dar simples enlaces mondos y lirondos. Sin embargo, crear una entrada con todos los datos lleva su tiempo. Al igual que subir una grabación para posteriormente ofrecerla: editarla cuando se hace necesario o extraerla del CD, convertirla a mp3, empaquetarla y subirla a rapidshare es algo que ocupa tiempo, del cual actualmente no dispongo.

Os invito a pasear por todos los blogs y foros que indico a la derecha de esta página: mientras la Gazzetta vuelve a echar a andar teneis mucho donde curiosear y mirar.

Un saludo a todos y muchísimas gracias por vuestro interés por mi blog

miércoles, 20 de febrero de 2008

El tercer triunviro

Tres son los miembros que forman el que yo vengo a denominar el triunvirato belcantista. Gioachino Rossini, el primero de ellos, aparece continuamente en el blog. Gaetano Donizetti también tiene destacada presencia de mano de algunas de sus obras más infrecuentes. Pero, oh sorpresa, el tercer miembro de este musical triunvirato aún no ha aparecido en el blog. Hasta ahora, porque Vincenzo Bellini irrumpe en La Gazzetta junto a la que es su obra capital: Norma.

Bellini es una figura clave para entender el Belcanto. No obstante no estará de más indicar una pequeña biografía del compositor para encuadrarlo histórica y artísticamente en su época. Nacido en el seno de una familia de músicos en Catania el 3 de marzo de 1801 e hijo del organista Rosario Bellini, recibió las primeras lecciones de música de su padre y de su abuelo, Vincenzo Tobia Bellini. Bellini fue un niñó prodigio y cuenta la leyenda que a los dieciocho meses era capaz de cantar un aire de Valentino Fioravanti, que comenzó a estudiar teoría musical a los dos años de edad, piano a los tres y que a los cinco era capaz de tocarlo con soltura. Su primera composición data de cuando tenía seis años. Con una beca que le proporcionó el Duque de San Martino ingresó en Colegio de San Sebastián de Nápoles, donde estudió armonía con Giovanni Furno, contrapunto con Giacomo Tritto y composición con el célebre Nicola Zingarelli. Compuso música sacra (motetes, misas, etc.), de cámara y sinfónica, pero es la ópera el género musical que le dio fama. Compuso para virtuosos del bel canto, expresión lírica que exige una gran precisión y agilidad vocal. Intentó minimizar las diferencias clásicas entre las partes cantadas y recitadas - arias y recitativos -, manteniendo la tensión dramática. El estreno de su primera ópera, Adelson e Salvini, se produjo en 1825. Domenico Barbaja, director del teatro de ópera San Carlo de Nápoles y de La Scala de Milán, se interesó por ella, encargándole varias obras posteriormente. Fallecería en Puteaux el 23 de septiembre de 1835, truncándose así su carrera.

La obra protagonista de hoy fue estrenada en la Scala milanesa el 26 de diciembre de 1831. Felice Romani se encargó de redactar el libreto, basado en la tragedia de L.A. Soumet y L. Belmontet "Norma ou l'infanticide". La pieza clave de la obra es, sin lugar a dudas, la celebérrima "Casta Diva" donde se conjuntan la gravedad clásica con un apasionamiento muy romántico en la expresión, siendo éste uno de los grandes roles para soprano dentro del repertorio. Las grandes sopranos belcantistas se han interesado, y con razón, en dar vida a la desventurada sacerdotisa, llámense Maria Callas, Montserrat Caballé, Joan Sutherland, Leyla Gencer, etc.

Vamos a continuación son el argumento de la ópera, desarrollado en las Galias durante el año 50 a.C. Cortesía de Intermezzo.

Hasta el roble sagrado llega en procesión el pueblo galo, seguido de los druidas, a cuyo frente viene su jefe, Oroveso, padre de Norma. Todos piden a los dioses que les conceda la victoria sobre los romanos y su retirada del país. Entran ahora Pollione y Flavio, oficiales romanos. Pollione, que ha mantenido relaciones ilícitas con Norma, gran sacerdotisa druida, y con la que ha tenido dos hijos, dice que ahora ama a una joven virgen del templo, Adalgisa. Pollione presiente la venganza de Norma, mientras que, en la distancia, se oyen los cantos rituales de los druidas.

Se retiran los romanos y vuelven los druidas, que dan la bienvenida a Norma, la cual anuncia proféticamente la caída de Roma. Después, corta una rama del muérdago sagrado y dirige su plegaria a la Luna: "Casta diva", acompañada por Oroveso y el pueblo. En un aparte, expresa el amor que sigue sintiendo por Pollione. Después, la escena queda vacía.

Entra ahora Adalgisa e invoca la protección de los dioses. Aparece Pollione y la corteja. Adalgisa duda al principio, pero finalmente declara que ella también ama al oficial romano.

Norma, ahora en su morada con sus hijos, revela sus confusos y dolorosos sentimientos. Y pide a Clotilda, su confidente, que esconda a los niños cuando vaya a llegar Adalgisa. Sigue a esto un dueto entre Adalgisa y Norma. La confesión de Adalgisa despierta la comprensión de Norma, ya que ambas quebrantaron el voto de castidad. Pero cuando Norma pregunta el nombre del amante, Adalgisa dice: "Aquí llega", señalando a Pollione, que se acerca. La mutua decepción de las dos mujeres estalla apasionadamente. Finalmente se escucha a lo lejos el sonido del escudo sagrado que convoca a Norma para que hable a su pueblo; así, a las voces de los tres solistas se añade el coro lejano de los druidas, creándose un sobrecogedor final del acto.

Segundo acto. Es de noche. Norma tiene entre sus manos un puñal y contempla a sus hijos dormidos a los que, en su penosa tortura, piensa dar muerte. Pero no se decide a hacerlo y envía a Clotilda en busca de Adalgisa, a la que muestra los niños y pide que se los lleve con ella cuando se marche a Roma con Pollione, porque ella, Norma, va a morir. Adalgisa, sin embargo, ruega a Norma que siga viviendo para sus hijos y le dice que va a devolver a Norma el amor de Pollione. El dueto de las dos sacerdotisas termina en una apasionada confesión mutua.

En el bosque de los druidas, Oroveso y el coro manifiestan su odio hacia los romanos, pero se sienten sin fuerzas si Norma no les aconseja. Esta, en el templo, sabe de labios de Clotilde que Adalgisa quiere renovar sus votos como sacerdotisa, pero que Pollione ha jurado arrancarla del altar. Norma hace sonar entonces, por tres veces, el escudo sagrado y los druidas al oírlo, vienen a escucharla cantando un himno guerrero. Clotilda llega presurosa con la noticia de que un romano que intentaba penetrar en el templo ha sido hecho prisionero. Se trata de Pollione. Norma, toma una daga e intenta darle muerte, pero no es capaz de descargar el golpe.

Norma está ahora junto a Pollione, quien rechaza la súplica de la mujer de que abandone a Adalgisa; entonces Norma jura que ésta será quemada viva por haber quebrantado sus votos.

El pueblo recibe la orden de preparar la pira, pero cuando preguntan a Norma el nombre de la sacerdotisa culpable, responde: "Yo". El pueblo no quiere creerla, pero Norma insiste. Cuando traen a los niños, Norma pide a Pollione que cuide de ellos; pero Pollione no se mueve.

Lleno de angustia, el pueblo prepara el sacrificio de Norma. Arrepentido de su comportamiento y admirado por el valor y el amor de Norma, Pollione marcha con ella a morir en la hoguera.

Y a continuación, pues a lanzarnos a la grabación. No miento si digo que la versión que os ofrezco es una de las cimas en la vastísima discografía existente de la obra. Un ojo a la ficha de reparto puede servir de explicación a mi afirmación:

Norma: Montserrat Caballé
Pollione: Plácido Domingo
Adalgisa: Fiorenza Cossotto
Oroveso: Ruggero Raimondi
Clotilde: Elizabeth Bainbridge
Flavio: Kenneth Collins

London Philharmonic Orchestra
Ambrosian Opera Chorus
Carlo Felice Cillario

Esta grabación de 1972 nos muestra a una Montserrat Caballé en la cima de sus posibilidades. Sin entrar en la eterna polémica Callas-Caballé, sólo hay una Norma que pueda superar a nuestra Montse. Y esa es ella misma, que conseguía en sus representaciones creaciones electrizantes, cuyo clímax se alcanza en el registro live de Orange. Resulta pues baladí decir algo que no se haya dicho sobre la Norma de Caballé, máxime si se tiene en cuenta que es uno de los papeles base de su carrera. A su lado, Plácido Domingo y Fiorenza Cossotto ofrecen un fogoso y pasional Pollione y una inocente pero madura Adalgisa (escúchense los dúos de esta última con Pollione y Norma). Bien Ruggero Raimondi en el no muy lucido rol de Oroveso y más que eficientes Elizabeth Bainbridge y Kenneth Collins como Clotilde y Flavio. El recientemente desaparecido Carlo Felice Cillario, como experimentadísimo director que era en este repertorio, saca todo el jugo a las formaciones londinenses, que suenan particularmente brillantes.

Y para terminar, aqui os dejo los enlaces.

CD1
CD2
CD3

Que disfruteis de esta obra cumbre de la historia de la ópera.

sábado, 16 de febrero de 2008

Comentario sobre un comentario

Un simple comentario: he recibido seis comentarios seis con similar texto en mis seis últimas entradas del blog, firmados por un usuario anónimo que no deja ningún email para poder comunicarse con él. Los he suprimido absolutamente todos, porque de nada sirve tener seis comentarios que no varían ni en una sola palabra, pero quiero dejar constancia de lo que decía dicho comentario. Este es el texto literal:

En vez de subir tanta mierda sin titulo y sin identificacion, mas te valdria perder un par de minutos para hacer las cosas correctamente, idtaguear los mp3's y darles su nombre correspondiente...

sobre todo para obras mas desconocidas, pero aqui son todos unos chupa y lameculos que en vez de decir las verdades, no hace nmas que pelotearte

Para colgar las cosas asi, mas valdria que no nos hicieras perder el tiempo bajando material inidentificado e inidentificable, payaso


Bien, como he dicho en más de una ocasión, el blog está abierto a todo tipo de propuestas de mejora, siempre y cuando se hayan hecho desde la educación. Yo no voy a perder el tiempo ni en rebajarme al nivel de la persona que ha hecho estos comentarios ni muchísimo menos voy a insultarle, aunque esta persona se tome la libertad de llamarme "payaso".

Puntualizar que tengo una vida personal y profesional que llevar para adelante y todo el contenido de este blog lo escribo en mis ratos de tiempo libre. Ratos que podría dedicar a mil cosas pero que de tanto en tanto me gusta hacerlo compartiendo material infrecuente que tengo y que creo que os puede ser de interés. No tengo todo el tiempo libre que me gustaría tener y el que tengo, me gusta aprovecharlo. ¿Que no "idtagueo" (bonito palabro, vive Dios) los mp3? Pues sí, es cierto, no los "idtagueo". Pero creo que los datos de cada entrada dan suficiente información para saber lo que se va a escuchar. Creo.

A este usuario anónimo, pues simplemente indicarle que si no le gusta el blog, pues nada, mala suerte. Una cosa no puede ser plato de satisfacción de toda la humanidad. Supongo que si no le satisface como ofrezco el material, no volverá a descargarse nada de aqui. Pero vamos, una cosa es el suponer y otra cosa es el hacer. Por la parte que me toca no voy a poner ningún impedimento en ello.

En fin, quede aqui el comentario.

Un saludo para todos

lunes, 11 de febrero de 2008

Una Gioconda que no sonríe

Esta entrada de hoy va con cuádruple dedicatoria: para Mavi, para Cheto, para Juanmi y para Diego. Los tres primeros se van a estrenar en una función operística en directo, y encima a lo grande, en el Real de Madrid. A Diego no lo meto en el saco porque ya ha tenido oportunidad de estrenarse (aunque empezando de manera más honesta en el humilde teatro de cervantino nombre de Málaga) y ya sabe lo que es presenciar una función como un patricio a precio de plebeyo (benditas entradas de último minuto... yo no quiero cumplir nunca los 26). Pueden apuntarse en sus respectivos currículums el logro de hacer que escriba en este blog sobre un estilo que se aleja muy mucho del belcantista que aqui impera. Pero bueno, siempre es buen momento para hacer una excepción y este es uno de ellos. Espero que los componentes del Clan Gorgorito, capitaneado por Rossini y flanqueado por Donizetti y Bellini (que por cierto este último aún no ha aparecido en el blog, tendré que ponerle remedio cuanto antes) no se me enfaden.

Hoy llega al blog una Gioconda sin enigmática sonrisa, una Gioconda sin ambigüedad sexual, una Gioconda sin interesante mirada. Porque La Gioconda que hoy recala en el blog no es la de Leonardo, sino la de Amilcare Ponchielli, desgraciada donde las haya y sufrida como la que más.

Ponchielli vino al mundo en la región lombarda, concretamente en Padernò Fasolaro, un 31 de agosto de 1834. Comenzó a estudiar con su padre, que era organista. A los nueve años ingresó en el conservatorio de Milán. Fue organista en la iglesia de San Hilario en Cremona, donde también fue profesor de música. Fue maestro director de las bandas municipales de Piacenza y Cremona, y para ellas compuso algunas obras. En 1881 fue nombrado maestro de capilla de Santa María la Mayor en Bérgamo. En 1883 entra como profesor en el Conservatorio de Milán. Entre otros alumnos, tuvo a Giacomo Puccini y Pietro Mascagni. Falleció en Milán el 17 de enero de 1886, con tan sólo 51 años de edad, a causa de una pulmonía que contrajo con motivo de su asistencia a una función en Piacenza precisamente de la obra protagonista hoy en el blog.

La Gioconda es, sin lugar a dudas, la ópera que ha hecho que Ponchielli pase a la posteridad. Estrenada en la Scala milanesa el 8 de abril de 1876, contó como libretista con Arrigo Boito, que firmó su obra como Tobia Gorrio. Está basada en el drama de Victor Hugo "Angelo, tyran de Padoue" y en su estreno participó el legendario Julián Gayarre. Ponchielli tuvo problemas con el libreto desde el principio, y a pesar de que el estreno de 1876 fue un éxito, el compositor reconstruyó la obra que se volvió a estrenar en La Scala el 12 de febrero de 1880. Su momento más conocido: la Danza de las Horas, que fue incluso utilizado por Walt Disney para una de las escenas de su mítica Fantasía. Particularmente inspirado resulta el momento cumbre para el tenor, Cielo e mar y el de la soprano, Suicidio!

La partitura requiere seis grandes voces (que no voces grandes) para sus seis roles principales (Gioconda, Cieca, Alvise, Laura, Enzo y Barnaba). De ahí que, en lo que a sus protagonistas se refiere, añadiendo además al director, se necesite un conjunto vocal equilibrado para que los resultados globales sean plenamente satisfactorios.

Vámonos con el argumento de la obra, que cuenta entre sus filas a uno de los personajes más detestables y deleznables de toda la historia de la ópera: Barnaba. Cortesía de la web Intermezzo.

Al comienzo del primer acto nos encontramos en una plaza enfrente del palacio del Dux. En ella está situado el buzón donde se depositan las denuncias anónimas que se hacen al Tribunal de la Inquisición. Un grupo de alegres venecianas y venecianos cantan y bailan contemplados desde un rincón de la plaza por el espía Barnaba, al acecho siempre de que alguien cometa una falta para informar a los inquisidores. Este agente del Santo Tribunal ama a la cantante de coplas conocida en la ciudad con el nombre de la Gioconda. Ésta aparece conduciendo a su vieja madre ciega y Barnaba aprovecha la oportunidad para declararle la pasión que le inspira, mas la muchacha se aleja de él con repugnancia mientras busca al rico genovés Enzo, del que está enamorada. Llega a la plaza el gondolero Zuane, que acaba de ser vencido en unas regatas, y el pérfido espía, para vengarse de los desdenes de la Gioconda, le dice que la vieja ciega le ha echado un sortilegio que con su maléfico hechizo le ha impedido vencer. El gondolero, dominado por la cólera, intenta maltratar a la pobre anciana cuando aparece Enzo y lo impide.

Entran también el juez inquisidor Alvise y su bella esposa Laura, que sostiene secretamente relaciones amorosas con el noble genovés. Laura suplica a su marido que tome bajo su protección a la vieja mujer, la cual, conmovida por este generoso rasgo, hace entrega a la compasiva dama de su rosario, como prueba de gratitud. En tanto, el espía Barnaba ha observado las miradas apasionadas que Laura y Enzo se dirigían, y, para deshacerse de este rival en el amor de la Gioconda, trama una intriga a fin de perderle. Llevándoselo aparte, le dice que Laura le visitará aquella noche en la embarcación que tiene anclada en el muelle veneciano, a cuya noticia el joven aristócrata escapa para preparar un digno recibimiento a su amante. El vil espía informa después de lo mismo a Alvise, dándole cuenta de la hora y lugar exactos en donde podrá comprobar la infidelidad de su esposa. La Gioconda, que oye esta declaración, se ve asaltada por los celos al saber que Enzo ama a otra. Seguidamente aparece el coro de lindas muchachas y mozos venecianos, y bailan en medio de la plaza la famosa danza llamada " furlana", acabando así el acto I.

Comienza el acto II. Puente de un navío amarrado en el puerto de Venecia. El espía Barnaba, disfrazado de pescador, canta en compañía de unos marineros. Después de mandar a uno de ellos a prevenir en su nombre a las galeras de la policía del Dux, se esconde. Llega Enzo a su buque y es saludado con aclamaciones por toda la tripulación. Él se siente feliz entre cielo y mar y cuando aparece su amada Laura la introduce a bordo diciendo que levarán anclas aquella madrugada para zarpar con las primeras luces de la aurora. Pero su dicha es turbada por la llegada de la celosa Gioconda, que disputa el cariño del hombre querido con la rival que se lo arrebata. Extrayendo una daga que llevaba escondida, se dispone a apuñalar a Laura, cuando percibe el rosario de su madre que aquélla lleva al pecho, y al recordar el generoso comportamiento con la pobre ciega, desecha su criminal propósito y se le ofrece como amiga. En aquel momento aborda el buque una de las naves de la policía conduciendo al marido de Laura, y la Gioconda, para salvarla del compromiso en que se encuentra si es sorprendida, la ayuda a escapar. Seguidamente informa a Enzo que los agentes del Dux vienen a prenderle, habiendo sido denunciado por el espía Barnaba. El joven genovés, prefiriendo perder su buque antes que entregarlo al innoble esbirro de los inquisidores, le prende fuego por su propia mano, poniéndose a salvo después. Finaliza así el acto.

El acto III comienza en el salón en el palacio de Alvise. Este inflexible juez, aunque no ha podido comprobar plenamente la infidelidad de su esposo, decide que, para expiar sus aparentes ligerezas, perezca aquella misma noche. Así, pues, le ordena que beba un brebaje que contiene veneno y se libre ella misma de una vida que no ha sabido soportar con dignidad. La sumisa esposa promete obedecerle, mientras la Gioconda, que reconocida por el bien que hizo a su madre vela por ella, substituye el veneno de la copa por un fuerte narcótico. Laura lo ingiere y cae sumida en profundo letargo. Alvise, creyendo que ha muerto ya, abre las puertas del salón a sus invitados, a los que ofrece una gran fiesta en la que se ejecuta la deliciosa "Danza de las Horas". El implacable Barnaba dice a Enzo, que es uno de los convidados, que su amada ha muerto. En su desconsuelo éste trata de desenmascarar al anfitrión acusándole de celebrar un baile en su casa, donde hay una persona de cuerpo presente. Al escándalo que produce esta grave denuncia acuden los guardias, que arrestan a Alvise, el cual, antes de abandonar el salón, descorre una cortina y muestra el inanimado cuerpo de Laura, a la que dice ha dado muerte él mismo. Todos los comensales quedan petrificados de horror. Enzo trata de vengar a la que supone su difunta amada, asesinando al cruel marido, pero varios invitados lo detienen, y mientras los guardias se llevan a Alvise, él queda preso bajo la custodia de Barnaba. Entonces la Gioconda ofrece a éste acceder a su amor si pone en libertad a Enzo, trato que acepta el apasionado espía con la esperanza de poder poseer al fin a la mujer que ambiciona.

El cuarto y último acto comienza en las ruinas de un castillo emplazado en la costa del mar Adriático. Hasta este apartado refugio ha conducido la abnegada Gioconda el aletargado cuerpo de Laura. Una vez ha llegado, dice a los hombres que la han ayudado a evadirse que vayan en busca de su anciana madre, pues teme que sus perseguidores se venguen en la infeliz ciega.

Aparece Enzo y Laura empieza a despertar de su pesado sueño. Los dos amantes se abrazan tiernamente y juran no separarse jamás. La desdichada Gioconda contempla este idilio con tristeza, pues piensa que está condenada a una eterna soledad, y después de ayudar generosamente a los dos amantes a ponerse a salvo, decide morir.

Cuando se dispone a engullir una pócima venenosa, aparece el espía Barnaba que viene a reclamar la promesa que le hizo. Ella finge estar dispuesta a cumplir la palabra empeñada, puesto que él cumplió con la suya, mas aprovechando una distracción del espía, saca su daga y se apuñala el pecho. El cruel Barnaba, viéndola moribunda, aún tiene tiempo de amargar sus últimos instantes de vida, diciéndole pérfidamente que antes de venir en su busca había dado muerte a su vieja madre.

Pues ya sólo nos resta lanzarnos sobre una grabación. La que os ofrezco es para mí la referencia de esta obra. Echándole un ojo a la ficha de reparto os podeis hacer una idea de porque lo digo:

La Gioconda: Anita Cerquetti
La Cieca: Franca Sacchi
Alvise Bedoero: Cesare Siepi
Laura Adorno: Giulietta Simionato
Enzo Grimaldo: Mario del Monaco
Barnaba: Ettore Bastianini
Zuane: Giorgio Giorgetti
Isepo: Athos Cesarini
Un piloto: Guido Pasella
Un cantante: Edio Peruzzi

Orchestra e Coro del Maggio
Musicale Fiorentino
Gianandra Gavazzeni

Como os comentaba esta grabación, de 1957, es para mí una de las mejores que se ha hecho de la obra. Anita Cerquetti, soprano de efímera carrera, da una Gioconda electrizante, con un "Suicidio!" que pone los pelos de punta. Mario del Monaco por su parte es una voz grande que en este registro no consigue ser una gran voz en el ciento por ciento de la partitura. Se echa en falta mayor matiz y menos estentoreidad. No obstante, un derroche vocal como Enzo. En lo tocante a Giulietta Simionato, Ettore Bastianini (que pena de carrera truncada por la muerte en pleno cénit) y Cesare Siepi, simplemente diré que son una Laura, Barnaba y Adorno referenciales, un lujo para la grabación. Emotiva la Cieca de Franca Sacchi y competente el resto del reparto. Gianandrea Gavazzeni deja su particular firma en forma de música al frente de las huestes del Maggio Musicale Fiorentino.

Y para terminar, aqui os dejo los enlaces, editados y fragmentados, como siempre:

CD1, primera parte
CD1, segunda parte
CD2, primera parte
CD2, segunda parte

Y un parrafito para mis dedicados: no os vayais a esperar en esta obra el más mínimo gorgorito. Esto no tiene nada, pero nada, nada, nada que ver con el Tancredi rossiniano. Sin embargo es de esas obras que, correctamente planteada, te hace fijar los ojos en el escenario y dejarte llevar por la música y su argumento. ¡Qué disfruteis del Real!

domingo, 10 de febrero de 2008

La obra que inspiró un blog

Hace poco más de un año me planteaba que nombre ponerle al futuro blog que tenía pensado crear. Se me vinieron a la cabeza varios candidatos pero al final me decanté por el que ya todos sabeis y que aparece presidiendo este blog desde el día que nació. Pues bien, fue una obra de Gioachino Rossini, omnipresente él por estas páginas, el que inspiró el título del blog. Y concretamente una de sus óperas menos conocidas. Os estoy hablando de La Gazzetta, la obra que va a ser hoy protagonista.

Rossini estrenó su Gazzetta en el Teatro dei Fiorentini el 26 de septiembre de 1816, teniendo como libretista a Giuseppe Palomba, que a su vez se basó en "Il matrimonio per concorso" de Goldoni. Sin ir más lejos, "La Gazzetta" rossiniana lleva como segundo nombre el de la obra de Goldoni. Se trata de una obra "menor" del compositor, sobre la cual no puso demasiado empeño por tener entre manos otros menesteres más importantes como era el estreno de su Tancredi en la misma ciudad donde estrenó la obra que hoy nos ocupa. Es por ello por lo que, para su creación, echó mano a piezas de óperas precedentes, abundando pues el autopréstamo en esta obra. De tal manera, a medida que la obra va avanzando, nos vamos reencontrando con la introducción de "L´equivoco stravagante", el terceto entre bajos y tenor que ya podíamos escuchar en "La pietra del paragone", el dúo entre soprano y bajo o la escena al completo del baile de máscaras procedentes directamente de "Il turco in Italia" o piezas varias del "Torvaldo e Dorliska". Si a ello añadimos que la cantidad de recitativo en esta ópera es bastante ingente, concluiremos que hay que comprender que "La Gazzetta" lleve a menudo como coletilla "ópera menor".

Pero maticemos: no asociemos el término "ópera menor" con "ópera mediocre". Porque si bien es cierto que está a larga distancia de las obras maestras del Cisne de Pesaro, escuchándola nos damos cuenta de que la música nueva con la que cuenta es realmente deliciosa. Así, piezas como el dúo del segundo acto entre Filippo y Lisetta o las arias de ambos en este mismo acto son francamente plausibles.

Rossini realizó una distribución vocal variada para los distintos personales de la obra. Así, Alberto es un papel para tenor contraltino. Don Pomponio es un personaje para bajo buffo mientras que el de Filippo es más adecuado para un bajo noble, si bien debe transmitirle al rol un aire burlesco. Los papeles secundarios de Anselmo y Monsù Traversen son roles de carácter cómico para bajo. En lo tocante a la parte femenina, Lisetta y Doralice son dos personajes para soprano y mezzosoprano cómica respectivamente. El secundario rol de Madama la Rose es mezzosopranil y de carácter cómico.

Contemporáneamente, la obra no ha contado con gran difusión discográfica. La primera grabación disponible data del año 1960 (nueva muestra de lo que la pre-Rossini Rennaisance constituyó en el mundo de la ópera por entonces), con un reparto que incluía a un solvente Italo Tajo en la parte de don Pomponio, una impertinente Angelica Tuccari como Lisetta, un elegante Agostino Lazzari como Alberto y un estupendo Mario Borriello como Filippo. A la batuta, Franco Caracciolo. No eran años para pedir peras al olmo y la versión adolece de vida y estilo, pero para ser una recuperación en toda regla lo menos que podemos hacer es agradecerla. Muy probablemente lo que escuchamos en esta versión -en lo tocante a recitativo y música-es lo que debió escucharse en el estreno de la obra en 1816. Posteriormente llegarían dos grabaciones más hasta que el Festival de Pesaro diera un gran empujón a la obra. Y es que en la edición 2001 del rossiniano festival se programó una nueva versión de "La Gazzetta" a cargo de Dario Fo y Philippe Gossett. Si bien la puesta en escena de Dario Fo era un verdadero despropósito, la obra gana bastantes enteros musicalmente, aligerando los recitativos, dando virtuosismo y elegancia a varias piezas e incluyendo -oh, sorpresa- la celebérrima tarantella rossiniana "Già la luna é in mezzo al mare" en uno de los recitativos del acto I. Se creó edición discográfica de esta función y posteriormente esta revisión pesarense se paseó por varios escenarios, incluyendo entre ellos el del Liceu de Barcelona, para recalar nuevamente en Pesaro en la edición del Festival de 2005.

Argumentalmente, la obra narra como el comerciante don Pomponio Storione pone un anuncio en el periódico (la Gazzetta a la que alude el título de la obra), ofreciendo la mano de su hija Lisetta al mejor postor. La llegada a la posada del comerciante Anselmo y su hija Doralice complicarán las cosas, ya que el pretendiente de la hija de don Pomponio, Alberto, confundirá a Doralice con Lisetta. Filippo, dueño de la posada en la que todos se alojan y que ama y es correspondido por Lisetta, padecerá una pequeña crisis amorosa con ésta última por otro nuevo equívoco. Tras varias confusiones y tretas presenciadas por dos personajes más, Monsù Traverse y Madama La Rose, todo acabará felizmente con la reconciliación de Lisetta y Doralice con sus dos molestos padres y la unión de ambas con Filippo y Alberto respectivamente.

Pues ahora, vamos con la grabación. La que os ofrezco es la del regreso de "La Gazzetta" a Pesaro, en la edición del Festival de 2005 que ya os comentaba anteriormente.



Veamos la ficha de reparto:

Don Pomponio Storione: Bruno Praticò
Lisetta: Cinzia Forte
Filippo: Lorenzo Regazzo
Doralice: Francesca Provvisionato
Anselmo: Andrea Porta
Alberto: José Manuel Zapata
Madama La Rose: Manuela Custer
Monsú Traversen: Paolo Bordogna

Orquesta Sinfónica de Galicia
Coro da Camera di Praga · Antonello Allemandi

Estamos ante una muy disfrutable grabación. Bruno Praticò nos da un buen don Pomponio, que mejor es escucharlo que verlo, ya que sobre la escena se mueve torpemente y con bastante poca gracia. Realmente bien Cinzia Forte como una marimandona y consentida Lisetta. Pero los puntos fuertes de la versión son sin dudas José Manuel Zapata (que debutaba en el Festival "grande") y Lorenzo Regazzo, que dan un Alberto y Filippo sencillamente estupendos. Paolo Bordogna canta un muy buen Monsú Traversen (poca responsabilidad para una voz que ha adquirido compromisos mayores en el Festival). Bien Andrea Porta, Manuela Custer y Francesca Provvisionato como Anselmo, Madama La Rose y Doralice. Antonello Allemandi, director de gran bagaje belcantista, dirige competentemente a la Sinfónica de Galicia. La parte coral está defendida, como no, por el Coro da Camera di Praga.

La grabación, procedente de una toma radiofónica de muy buen sonido, va editada y fragmentada en pistas, como es habitual en este blog. Los enlaces, a continuación:

CD1
CD2

Pues nada, a disfrutar de este infrecuente título rossiniano. ¡Hasta la próxima!

lunes, 4 de febrero de 2008

Pauline García, Pauline Viardot

Cuando daba por finalizada la entrada dedicada a García y sus tonadillas os prometía retomar a su familia en la figura de su segunda hija, Pauline Viardot. Pues bien, cumpliendo con lo dicho, en esta entrada me voy, nos vamos a lanzar sobre la vida y un poquito de la obra de esta leyenda del mundo de la lírica.

Pauline García vino al mundo allá en tierra extraña, como diría la canción. Nacida en París el 18 de julio de 1821, fue la segunda de las ilustres hijas del patriarca Manuel García. Su hermana fue la celebérrima Maria Malibrán, fallecida demasiado prematuramente a causa de un accidente. Algo debía tener la Viardot para que fuera ojito derecho de su padre. Y es que nuestra protagonista recibió instrucción musical de su progenitor. Las lecciones que recibiría por parte de diversos maestros forjarían una voz con una extensión entre el FA3 y el DO6.

Su debut concertístico tendría lugar en 1837, cuando Pauline tenía dieciseis años. Dos años más tarde debutaría operísticamente en Londres con la Desdemona del Otello rossiniano, cosechando un clamoroso éxito. En 1840 contrae matrimonio con el director del Théatre Italien de París, Louis Viardot, adoptando pues su apellido.

Y con tan sólo veinte años de edad, la carrera de la Viardot se dispara. Autores como Chopin, Berlioz o Saint-Saëns le dedican diversas composiciones. Una de sus mayores craciones sería la Fidés de "Le prophéte", papel que Meyerbeer compuso pensando especialmente en ella. Pero no despiera admiración tan sólo entre autores musicales: directores, novelistas y escritores se maravillan ante sus dotes vocales. Georges Sand, compañera sentimental de Chopin, la haría protagonista de una de sus novelas: "Consuelo".

La carrera profesional de Pauline no se circunscribe sólo al canto: también ejercería como compositora creando óperas y ciclos de canciones. También posee hablidades idiomáticas, dominando seis lenguas: español, inglés, francés, italiano, alemán y ruso. Precisamente en tierras rusas pasaría tres años de su vida como primera figura de la Ópera de San Petersburgo, entre 1843 y 1846.

En 1863, nuestra protagonista se retira de los escenarios, abandona Francia junto a su familia por su oposición a Napoleón III y traslada su residencia a Baden-Baden. Con la caída del emperador regresa de nuevo a Francia, donde comienza a impartir clases en el Conservatorio de París.

En 1883 fallece su marido. Viardot gozaría aún de veintitrés años más de vida, falleciendo finalmente a los ochenta y nueve años. Fue enterrada en el cementerio de Montmartre, dónde a día de hoy aún reposa.

¿Qué tal si ponemos un poco de música a la figura de Pauline Viardot? Para ello os ofrezco un recital titulado Pauline Viardot and friends, el cual recoge varias canciones de nuestra soprano así como piezas de otros compositores vinculados directamente a su figura. El programa del recital es el siguiente:

Pauline Viardot: Dve rozy, L'Absence, Berceuse, Le Chêne et le roseau, Utës, Die Sterne, Scène d'Hermione, Sinitsa, Indécision, Allein, En mer, Buria, C'est moi, Ici-bas tous les lilas meurent, Zaklinanie, Havanaise; Manuel Garcia: Celos; Gioachino Rossini: La Regata veneziana; Charles Gounod: Chanson de printemps; Giacomo Meyerbeer: Délire; Frédéric Chopin: Berceuse; Hector Berlioz: La Captive, op. 12.

Y cuatro protagonistas: la extraordinaria y rossinianísima soprano Anna Caterina Antonacci, la mezzosoprano Frederica Von Stade, el barítono Vladimir Chernov y al piano, David Harper. Fanny Ardant (sí, la Callas de la famosa película) realiza una introducción a cada una de las piezas para poner al oyente en situación de lo que va a escuchar.

Este recital se celebró en el Théâtre du Chatelet de París el 1 de marzo de 2006. La grabación, procedente de una emisión radiofónica francesa, tiene un sonido extraordinario. Va, como de costumbre, editada y fragmentada en pistas. Os dejo los enlaces:

CD1
CD2

Pues nada, a disfrutar de otra de las figuras clave del clan García.

¡Hasta la próxima!

domingo, 3 de febrero de 2008

El Suplemento

Es costumbre que los periódicos incluyan entre sus páginas algún suplemento que complemente el contenido de la publicación principal, que viene siendo el diario en cuestión. Un periódico que dice estar dedicado al género lírico como verdaderamente es La Gazzetta Belcantista no podía ser menos. Así que a partir de hoy el blog va a disponer su suplemento particular.



Este suplemento pretende constituir un índice general de todo lo que os ofrezco en La Gazzetta. Si bien en el blog teneis disponible un mecanismo de etiquetas y un motor de búsqueda con los cuales podeis bucear por el contenido del blog, es posible que vayais buscando algo en especial. Gracias a este índice general podreis consultar si lo que quereis está o no está disponible en La Gazzetta. Y si está disponible, simplemente con pulsar sobre el enlace que acompañará a cada referencia del índice ireis a parar a la entrada en la que teneis aquello que vais buscando.

Mi intención es que este índice sea de fácil acceso, por lo que he creado para ello una sección a la que he denominado, como se puede intuir de las líneas anteriores, El Suplemento. Esta sección se irá actualizando a medida que vaya publicando nuevos contenidos en La Gazzetta. Tendreis siempre disponible un enlace en la parte derecha de la página, justo encima de la licencia por la que se rige este blog. Así con tan sólo un click podreis consultar el índice.

Pues nada, espero que esta mejora os sea de utilidad y os permita disfrutar de todo lo que podeis encontrar entre las páginas de mi periódico particular.

¡Hasta la próxima!

miércoles, 30 de enero de 2008

Manolillo nos da propina

Últimamente sale a relucir con frecuencia el nombre de Manuel García. En esta entrada va a volver a ser él nuestro protagonista, mediante una cosa a la que, haciendo un alarde de anglicanismo comercial, podríamos denominar "bonus track". Y es que la grabación de "El poeta calculista" que os ofrecía hace dos entradas viene complementada con otras dos piezas que es la que os voy a ofrecer ahora para que tengais el pack completo. Estas piezas son las denominadas Tonadillas.

Como se desprende de su denominación, estas tonadillas son bastante más amables desde el punto de vista de dificultad que su calculista compañero. Estamos ante unas piezas bastante menos ambiciosas y de duración considerablemente menor. No por ello son merecedoras de menosprecio. Todo lo contrario: constituyen buenos ejemplos de la labor compositora de Manuel García en otra faceta musical: a la ya conocida faceta de operista y compositor de canciones ahora se une este otro género.

La primera de las tonadillas incluidas lleva por nombre El majo y la maja. Está dividida en seis números y fue compuesta en 1798. La segunda se titula La declaración. Está divida en cinco números y fue compuesta en 1799. Tanto en una como otra se alternan arias y dúos hasta concluir en el obvio final feliz.

Estas tonadillas, para soprano y tenor, cuentan con la interpretación de la soprano andaluza Ruth Rosique y del tenor Mark Tucker. Exquisita, extraordinaria ella. Correcta labor la de él, aunque por razones obvias carece de esa españolada de la que goza Rosique. Extraordinario Andrea Marcon al frente de la Orquesta Ciudad de Granada.

Aqui teneis el enlace:

CD único

Y no creais que esta va a ser la despedida de la familia García. En la próxima entrada volverán a ser protagonistas, esta vez en la figura de Pauline Viardot. Pero todo a su debido tiempo...

martes, 29 de enero de 2008

Y Zapata se hizo grande

El pasado fin de semana os presentaba la tercera función del rossiniano barbiere di Siviglia procedente del Metropolitan de Nueva York. Estas representaciones vienen constituyendo el debut en el más famoso teatro de Estados Unidos el debut de dos figuras del mundo de la lírica: la mezzosoprano Elina Garança y nuestro granadino tenor José Manuel Zapata. Aquella función que os presentaba correspondía a la del día 26 de enero y entonces comentaba que había aspectos en la interpretación de Zapata que podrían haber resultado más satisfactorios, amén de la existencia de puntos vacilantes en varios momentos de su interpretación.

Pues bien, lo que os traigo ahora es otra representación de esta serie de funciones, concretamente la segunda de ellas correspondiente al día 22 de enero. Mantengo exactamente todos mis comentarios que ya expresaba con ocasión de la función del día 26. ¿Todos? Todos no. Los correspondientes a la labor de José Manuel Zapata tengo que variarlos. Porque si en la función del día 26 escuchábamos imperfecciones, en la del día 22 esas inseguridades brillan totalmente por su ausencia. Solamente hay que comparar su "Cessa di più resistere" del día 22 con el del día 26 para comprender de que hablo. Aqui es donde tenemos al verdadero Zapata. Si quereis corroborarlo, escuchadle en plena faena:

Cessa di più resistere, 22 de enero de 2008

Como de costumbre he editado y fragmentado la grabación completa, que además goza de extraordinario sonido como podeis ver en el ejemplo anterior. Si quereis disfrutar de una muy buena función y escuchar a nuestro Almaviva en plena forma, no dudeis en bajarla. Podeis encontrar la grabación en el siguiente enlace:

Función del día 22 de enero de 2008

¡A disfrutarla con salud!

lunes, 28 de enero de 2008

Yo que soy contrabandijjjjta

En este blog se ha hablado muchísimo de Rossini, de sus óperas y de los cantantes que se encargaron de estrenarlas. En la anterior entrada se hablaba del celebérrimo Barbiere di Siviglia y salía el nombre de Manuel García, el primer Almaviva de la historia. Pues se da la circunstancia de que García, además de haber desarrollado una fructífera carrera como cantante, también desarrolló una destacada trayectoria como compositor. Y para muestra, el botón que traigo hoy al blog: su obra El poeta calculista.

La edición española de Wikipedia es poseedora de una buena biografía de nuestro protagonista de hoy, así que me serviré de la misma para ilustrar biográficamente al compositor. Manuel García vino al mundo en Sevilla, el 22 de enero de 1765. Fue bautizado en la parroquia de Santa María Magdalena y en su partida de bautismo puede leerse que es hijo legitimo de Gerónimo Rodríguez y su esposa María Aguilar. Se discute el origen del apellido García, parece ser que proviene de su abuelo paterno Diego Rodríguez-García, hay que tener en cuenta que en el siglo XVIII aun no estaba estandarizada la norma de adoptar el primer apellido del padre y el segundo de la madre. El segundo nombre del Pópulo procede del convento agustino Santa María del Pópulo situado cerca de su lugar de nacimiento.

A los seis años ingresó en el coro de la Catedral de Sevilla, donde tuvo su primera formación. Se sabe que al menos hasta los 14 años vivió en el hogar familiar junto a sus padres, abuela materna y hermanas Rita y Maria. La Sevilla de su infancia carecía de vida operística debido a una prohibición municipal y eclesiástica que pretendía librar a la ciudad de los pecados que el teatro y la ópera podían traer a los ciudadanos. Así que, a los dieciséis años se traslada a Cádiz. En 1792 debutó en el Teatro de Cádiz con la obra La Tonadilla. En esta ciudad se casa en 1797 con la también cantante Manuela Morales.

En 1798 se trasladó a Madrid junto a su esposa integrándose en la compañía de Antonio Ramos, cantando en el Teatro de los Caños del Peral (actual Teatro Real de Madrid) algunas de las primeras tonadillas de composición propia: El Majo y la Maja y La Declaración. Poco después tras un incidente con la guardia militar del Teatro del Príncipe que le costo una breve estancia en prisión abandona Madrid para dirigirse a Málaga.

Durante su estancia en Málaga (1800-1801) tiene éxito, pero añora Madrid y en 1802 vuelve a la capital de España. Entre sus composiciones más famosas de este periodo están "Quien porfía mucho alcanza", "El criado fingido" y sobre todo nuestro protagonista de hoy, "El ooeta calculista".

En 1807 comenzó una serie de viajes por diferentes países que duraron hasta su fallecimiento, primero París donde tuvo éxito como tenor y compositor.

Entre 1811 y 1816 se instala en Italia donde completó sus estudios musicales y estrenó su ópera "Il califfo di Bagdad" por la que obtuvo gran éxito. Gioachino Rossini lo eligió como tenor principal para el estreno de su Barbiere, como ya os comentaba, además del "Otello" en el rol titular. Las partituras de las dos óperas indican que García tuvo una tesitura de dos octavas, buenas coloraturas y un buen control de respiración en frases largas.

Continuó con su periplo internacional componiendo y representando sus propias óperas, para trasladarse finalmente a Nueva York donde representó varias óperas de composición propia como L'amante artista, asimismo estrenó óperas de Mozart y Rossini inéditas en América.

En 1827 viajó a Méjico donde contribuyó a la difusión del género operístico traduciendo al español obras francesas e italianas para mejorar su aceptación por el público mexicano. En este país aparte de su éxito le ocurrió un desagradable incidente, cuando se dirigía a Veracruz, llegando a un lugar llamado Tepeyagualco, el convoy en el que iba, fue asaltado por unos bandoleros, sus carruajes saqueados, siendo víctima del robo de mil onzas de oro, fruto de todo su trabajo.

En 1830 volvió a Francia dedicándose a la docencia hasta su muerte acaecida en París el 9 de junio de 1832.

Sus hijas María Malibrán (1808-36) y Pauline Viardot-García (1821-1910, apuntad el nombre de esta última, que próximamente aparecerá en el blog) tuvieron grandes éxitos como cantantes de las óperas del bel canto. El hijo Manuel Patricio Rodríguez García (1805-1906) no pudo repetir el éxito de su padre, pero se convirtió en el maestro de canto más influyente del siglo XIX y XX, continuando la escuela de su padre.

Como os comentaba anteriormente, la obra que os traigo se titula "El poeta calculista", estrenada con grandísimo éxito en 1804. Se trata de un "monólogo" de una hora de duración en el que el protagonista y único personaje, el poeta, expone al público cual va a ser la estructura de su nueva ópera mientras fantasea sobre el éxito que ésta va a tener. Y durante estos sesenta minutos podemos ir escuchando música de muy diversa índole, desde la inevitable sinfonía pasando por pequeñas canciones, arias de envergadura, polacas e incluso un dúo del poeta consigo mismo en el que se encarga de interpretar tanto la voz masculina como la femenina. Y entre todas estas piezas una que se haría famosísima, últimamente muy de moda por el último disco de Cecilia Bartoli: "Yo que soy contrabandista". Tan famosa fue la pieza que llegó a olvidarse cual fue su origen, cantándose en innumerables ocasiones. No era raro que en las representaciones de "Il barbiere di Siviglia" la Rosina de turno sustituyera la lección "Contro un cor" por "Yo que soy contrabandista" (más aún si la Rosina era cantada por alguna de las vástagas del patriarca García).

Pues bueno, vámonos con la grabación de esta obrita. La versión que os ofrezco tiene como protagonista a Mark Tucker, tenor especializado en barroco que aqui hace una buela labor, aunque se muestra lánguido en varias ocasiones (una de ellas en "Yo que soy contrabandista", ni punto de comparación con la intensísima lectura que hace Cecilia Bartoli en su disco "Maria"). Entre sus mayores logros, la gran escena "Y entre las arboledas", el dúo "Ha llegado en tanta dicha" y la polaca "Si en tal dichoso instante". La parte hablada es tarea de un genial Pepe Cantero, que recita las reflexiones del poeta de una manera extraordinaria. Andrea Marcon realiza una loable lectura comandando a la Orquesta Ciudad de Granada.

Pues aqui teneis el enlace:

CD único

Si os animais a escucharla os aseguro que la vais a disfrutar mucho. Palabra.

sábado, 26 de enero de 2008

¡Laralarela, laralará!

Dicen que lo prometido es deuda y hoy voy a cumplir con una promesa que hice en mi anterior entrada. Y es que hoy llega al blog la que con toda certeza es la obra cumbre, universal, imperecedera, eterna... (os invito a que sigais la serie de elogios) de ese compositor pesarense que fue Gioachino Rossini. Me estoy refiriendo, como no, al celebérrimo Barbiere di Siviglia.

Hablando de la obra que hablamos muchos pensareis que no hace falta una presentación, pero como me consta que en el blog entran personas que están iniciándose poquito a poco en este mundillo creo que es necesario hacer el correspondiente estudio (llamémosle así) que hago con todas aquellas obras que aparecen en el blog por primera vez. Así que antes de lanzarnos sobre la grabación, vamos a presentar a Figaro y su troupe.

La ópera número 17 de Rossini vería la luz por primera vez el 20 de febrero de 1816, en el romano teatro Argentina. El libreto es obra de Cesare Sterbini, que ya había colaborado con el compositor en su ópera inmediatamente anterior: Torvaldo e Dorliska (si os interesa conocerla la teneis disponible en el blog). Está basado en la primera parte de la trilogía "figaresca" que escribiera Beaumarchais. La ópera tiene un predecesor musical: la homónima que firmaría el compositor Giovanni Paisiello. De hecho, con el fin de no "enfadar" ni a Paisiello ni a sus adeptos, compositor y libretista optaron por presentar la obra con el título Almaviva, o sia, L´inutile precauzione. Intervinieron en el estreno el español Manuel García en la parte de Almaviva, Geltrude Righetti como Rosina, Luigi Zamboni como Figaro, Bartolomeo Botticelli como Bartolo y Zenobio Vitarelli como Don Basilio. El resultado del estreno fue un verdadero fracaso. Cuentan las crónicas que la mala suerte se alió para que así sucedieran las cosas. Y es que Vitarelli se rompió la nariz antes de salir a cantar, un gato negro se cruzó por el escenario, a García se le rompió la cuerda de la guitarra mientras cantaba su serenata, el público abucheaba y se carcajeaba del compositor, etc. Y así es como una de las obras cumbres de la ópera cosecha un estreno desastroso, cosa que cambió en la segunda representación, que consiguió un gran éxito. Una anécdota cuenta que Rossini se marchó del teatro antes de que concluyera la representación y al rato escuchó como una algarabía se dirigía hacia su residencia. Pensando que querían agredirle por su ópera se escondió, si bien la realidad era bien distinta: lo que el público pretendía era felicitarle por su nueva obra. Y aqui comienza la inmortalidad del Barbiere, única ópera rossiniana que no ha desaparecido de los escenarios desde que nació. Se ha visto tremendamente maltratada y adulterada durante la época del limbo rossiniano (finales del siglo XIX, primera mitad del siglo XX) pero ha sabido resistir el paso del tiempo con la frente bien alta hasta que llegó la anhelada Rossini Renaissance y con ella las voces ideales para la obra que hoy nos ocupa.

Vocalmente la obra se distribuye de la siguiente manera: Rosina es un rol para mezzosoprano cómica. Berta es un papel secundario para soprano y su carácter es cómico. Con el rol de conde de Almaviva se da una situación ambigua: fue ideado para un baritenor y la tradición lo ha convertido en un rol contraltino. Figaro es un excelente ejemplo de papel para barítono cantante. El personaje de don Bartolo es un clásico para bajo buffo, mientras que el de don Basilio es más adecuado para un bajo noble para así conseguir un mayor contraste entre las voces graves. Los secundarios roles de Oficial y Fiorello son roles de carácter cómico para bajo.

Y ahora vámonos a por el entretenido argumento del que goza esta obra: Acto I. Nos encontramos en Sevilla. Aún no ha amanecido. Aparece un grupo de personas que se acerca sigilosamente para no llamar la atención (Coro: Piano, pianissimo, senza parlar). Se trata de una charanga dirigida por un tal Fiorello, criado del conde de Almaviva, que tiene orden de esperarlo en la calle bajo un determinado balcón. Y es que el conde se ha enamorado de una joven que vive justamente allí y, muy poco imaginativo, ha decidido darle una serenata. (Serenata: Ecco ridente in cielo).

El hombre termina de cantar su serenata e ingenuamente espera que su amada salga rauda y veloz al balcón aunque en realidad eso no ocurre. Almaviva se desanima pero es perseverante y lo volverá a intentar de otra forma por lo que paga lo acordado a la charanga, recibiendo un agradecimiento demasiado impulsivo y ruidoso por parte de los músicos (Conjunto: Mille grazie, mio signore).

Cuando al fin se marchan los músicos se escucha al fondo una voz. El conde se pregunta por la identidad del sujeto que se acerca y decide esconderse para observarlo. Enseguida aparece el individuo en cuestión, que resulta ser el famosísimo Figaro, barbero y “factotum” de la ciudad, el cual se vanagloria de todo lo que es capaz de hacer y de lo solicitado que está. Y es que siendo “factotum della cittá” goza de una gran popularidad (Aria: Largo al factotum della cittá!).


Almaviva lo ha reconocido nada más verlo ya que, antaño, lo tuvo a su cargo. Va a su encuentro y Figaro también lo reconoce al instante pero el noble le ruega que no pronuncie su nombre en voz alta. El motivo está bien claro. Le cuenta que está en Sevilla buscando a una joven de la que se enamoró en Madrid mientras paseaba por el Prado. Pero hay un escollo: su padre no permite que nadie se acerque a ella. El conde está de suerte. Figaro le narra que él ejerce el oficio de barbero en dicha casa, y que el hombre con el que convive la joven no es su padre, sino su tutor. Le relata además que a la casa acude un cura a enseñar canto a la muchacha. También viven en la casa Ambrogio y Berta, criados del tutor. El conde atiende con total atención a todo, ya que le conviene recoger toda la información posible, pero pide al barbero que a partir de ahora se dirija a él con el nombre de “Lindoro”. “Lindoro” será primo de Figaro y estudiante pobre. El motivo es que Almaviva pretende que la muchacha se enamore de él de corazón y no por sus riquezas. En este momento, Figaro le propone que le cante una nueva serenata a la muchacha, a lo cual accede (Serenata: S´e il mio nome saper voi bramate). La joven, que la está escuchando, le ruega al concluir la primera estrofa que siga cantando pero al término de la segunda alguien la aparta de inmediato del balcón y lo cierra a cal y canto. No obstante ha tenido tiempo de lanzarle un mensaje por la ventana al conde en el que muestra cierto interés por él.

Ello desespera a Almaviva y ruega a Figaro que le ayude a entrar en la casa. El barbero acepta a cambio de una bolsa de monedas y le propone un plan extraordinario: ha llegado a Sevilla un regimiento y los soldados tienen derecho a alojarse en cualquier casa de la ciudad siempre que presenten la orden oportuna. Se da la feliz casualidad de que Almaviva conoce al coronel de dicho regimiento por lo que será fácil conseguir la orden. Figaro por su parte le proporcionará un disfraz de militar, a la vez que le aconseja que se finja borracho ya quede esa manera el tutor no sospechará nada. Una vez ideado el plan ambos marchan para prepararlo todo (Dúo: All´idea di tal metallo).

Ahora nos trasladamos a una de las habitaciones de la casa y en ella encontramos a Rosina, la joven de la que está enamorado Almaviva. Se ha quedado fascinada con la serenata que el conde le ha dado y nos da una idea detalladísima de cómo es: ella es una muchacha inocente y dócil, pero si alguien le hace algo ya se puede ir preparando la “víctima” porque se puede convertir en una víbora (Aria: Una voce poco fa).

Acto seguido tiene lugar la aparición del doctor Bartolo, que regaña severamente a la pobre muchacha, a la que la tiene totalmente sometida y aislada en su casa. Pero es que el doctor está enamorado de su pupila y quiere casarse con ella. Además, la dote que recibiría en caso de efectuarse el matrimonio sería atractivamente cuantiosa. A continuación entra don Basilio que, además de ser maestro de música y cura, es muy chismoso. Llega con una noticia que pone los pelos de punta al tutor: ha llegado a la ciudad el conde de Almaviva y se rumorea que ronda a la muchacha. Para desprestigiarle propone a Bartolo tramar una calumnia pero el viejo no sabe muy bien de que va su plan. Don Basilio se lo explica de manera harto clara (Aria: La calunnia é un venticello). Al doctor no le convence la idea, ya que lo que quiere es acabar con el tema cuanto antes y la idea de don Basilio va a llevar tiempo elaborarla. No obstante nunca viene de más tener un plan alternativo.

Figaro, escondido, lo ha escuchado todo y una vez que el dúo se ha marchado va en busca de Rosina. Tras adornar el asunto con un poco de intriga, le hace saber a la joven que su primo Lindoro está muy enamorado de ella y que está deseando verla, pero para ello es necesario que le escriba una carta que le sirva como muestra de que ella también está interesada en él. Figaro va en busca de pluma y papel para que la escriba y Rosina, que se las sabe todas, se saca del escote la carta ya escrita. Figaro, sorprendido y maravillado, alaba la astucia de la muchacha (Dúo: Dunque io sono, tu non m´inganni).


El barbero se va corriendo pero llega de nuevo el doctor Bartolo, que no se fía mucho de la muchacha. Le pregunta si ha estado con Figaro, y responde afirmativamente, haciendo hincapié en que es un muchacho muy amable y además muy agraciado. El doctor se percata de que el dedo de la muchacha está manchado de tinta y ésta alega en su defensa que se lo ha manchado a posta para contrarrestar el dolor de una quemadura que se ha hecho. Pero Bartolo sigue desconfiando y se pone a investigar en la habitación. Por una parte descubre que en la mesa tenía seis hojas y ahora sólo hay cinco, pero Rosina, improvisando, comenta que ha usado la que falta para envolver unos caramelos destinados a la hija de Figaro. Don Bartolo se da cuenta ahora de que la pluma está mojada, señal inequívoca de que la ha usado. Rosina le dice que la ha utilizado para dibujar una flor en un bordado que está haciendo. Bartolo no cree ni una palabra y sospecha que hay algo que él no sabe, así que ordena a la muchacha que se encierre en su habitación y no salga de allí para nada, ya que con un doctor de su condición no se puede jugar así (Aria: A un dottor de la mia sorte).


La muchacha obedece al viejo gruñón y Bartolo se va muy enfadado. De repente se escucha tocar a la puerta. Berta va a abrir, y entra un soldado borracho. Ese soldado no resulta ser otro que el conde, que ya ha puesto en marcha el plan de Figaro. La presencia de este soldado desconcierta a Bartolo, pero el supuesto militar le informa de que se quedará a dormir y le enseña la orden que ha conseguido. A Bartolo le incomoda mucho esta situación y refunfuña por ello. Mientras tanto Almaviva busca a la muchacha, la cual, viendo la escena, se pregunta qué harán allí el tutor y un soldado. Se acerca a curiosear y, en un momento de descuido del doctor, el conde le revela que es Lindoro. La muchacha se alarma y le exhorta a tener mucho cuidado.

Bartolo no está dispuesto a que se quede allí un soldado borracho y le hace saber que tiene una patente de exclusión que le da derecho a no acogerle, así que se va a buscarla. Mientras tanto, el conde tira al suelo una carta y pide disimuladamente a Rosina que la cubra con un pañuelo. El doctor, que tiene vista de lince, se da cuenta y va corriendo a ver que ocurre. El conde le impide cogerla pero él está empeñado en ver qué es esa nota. Rosina, muy astuta, consigue cambiar con un movimiento hábil la carta por la lista de la colada y se la da a Bartolo con toda la inocencia que cabe imaginarse. Cuando el tutor observa que en realidad se trata de la lista se queda con un palmo de narices. Mientras tanto, Rosina y Almaviva se ríen de él. En ese momento aparecen don Basilio y Berta, que se quedan extrañadísimos de todo el barullo que se está formando (Quinteto: Ehi di casa!).

Rosina se pone a lloriquear y reprocha al tutor que la tiene oprimida. Almaviva desenvaina su sable y va en busca del doctor diciéndole que va a pagar por lo que ha hecho. “¡Pero si yo no le he hecho nada!”, dice Bartolo. El embrollo es enorme y en ese momento aparece Figaro informando de que tienen armado tal jaleo que se escucha todo desde la calle. Tras un cruce de insultos entre Almaviva y Bartolo se oye tocar a la puerta: se trata de la guardia, capitaneada por un comisario, que acude allí a ver que pasa. Todos dan su versión de los hechos hablando a la vez, lo que desconcierta al pobre comisario. El hombre, para cortar por lo sano, decide arrestar al borracho pero el noble se levanta la solapa del cuello y le enseña la insignia del condado de Almaviva. La guardia, al estar ante un grande de España, se cuadra y ello termina de desconcertar aún más al desdichado Bartolo, que ya está al borde del infarto. (Final: freddo ed immobile).

El pobre hombre consigue sacar fuerzas de flaqueza para preguntar por qué no se llevan al soldado de allí pero no obtiene respuesta. En este momento todos manifiestan el tremendo lío que sienten en su cabeza y en este ambiente de desconcierto general culmina el acto I (Final: Mi par d´essere).

Acto II. Seguimos en la casa de Bartolo. Ya ha atardecido. El doctor comenta que ha ido al regimiento y que nadie conoce al soldado que tantos quebraderos de cabeza le ha ocasionado. Ello le hace sospechar e incluso casi asegurar que ese soldado no es tal, sino un enviado del conde de Almaviva con el objetivo de investigar sobre el terreno. Mientras Bartolo realiza sus elucubraciones alguien vuelve a llamar a la puerta. Abren y entra de nuevo Almaviva, esta vez disfrazado de don Alonso, profesor de música y alumno de don Basilio. “Don Alonso” saluda a mientras le desea que la paz y la alegría estén con él durante mil años, pero tanto insiste en ello que el doctor acaba poniéndose nervioso de tanto escucharlo (Dúo: Pace e gioia sia con voi).

“Don Alonso” narra a Bartolo que don Basilio está enfermo y que él acude a sustituirle para darle la lección de canto a la muchacha. Don Bartolo se calza para acudir a ver a don Basilio inmediatamente pero el conde le para los pies. En este momento, para ganarse la confianza del doctor, e informándole de que don Basilio no sabe nada de lo que le va a contar, le entrega la carta que Rosina le mandó en el acto I. Le dice que se la ha dado el conde y que es muy preocupante que alguien ronde a Rosina de esa forma. Por este motivo propone a Bartolo utilizar la carta para hacer que Rosina se sienta burlada y que acabe en los brazos del tutor. Ante argumentos tan convincentes Bartolo queda convencido y se va en busca de la joven para que comience la lección de canto. Llega la muchacha y al ver a “don Alonso” da un pequeño grito, ya que reconoce al momento a su amado. El doctor se queda extrañado ante la reacción de Rosina, pero ésta sale del paso adecuadamente alegando que se ha hecho daño en el pie.

Comienza la lección de canto y Bartolo se aburre, así que se queda dormido. En ese momento Almaviva aprovecha para decir a Rosina que no tema, ya que él, con la ayuda de Figaro, la rescatará. Bartolo se despierta y terminan con la lección (Aria: Contro un cor). Al tutor no le ha gustado nada el aria que han ensayado y dice que la música en sus tiempos era otra cosa. Para demostrarlo canta un minuetto de un famoso castratto, Caffariello (Arietta: Quando mi sei vicina).

Llega Figaro para afeitar a don Bartolo pero éste se niega porque ese día no toca afeitado y además no le apetece, así que le pide que venga de nuevo al día siguiente. Figaro le responde no va a poder ser porque su lista de espera es muy abultada. Bartolo acepta de mala gana y le da las llaves para que vaya a buscar lo necesario, momento que el astuto barbero aprovecha para robar la llave del balcón de la habitación de Rosina. Figaro, para llamar la atención del doctor, tira todo lo que puede por el suelo. Bartolo marcha raudo y veloz para ver lo que ha destrozado. El conde aprovecha ese momento para informar a Rosina de que Figaro tiene la llave del balcón y que dentro de poco acudirán a raptarla, cosa que llena a la chica de alegría.

Regresa Bartolo blasfemando pestes porque Figaro le ha roto media vajilla. En ese momento llega don Basilio, cosa que pone el corazón en la boca a Rosina, Almaviva y Figaro y hace que Bartolo se extrañe. El doctor le pregunta si ya se encuentra mejor pero don Basilio no sabe qué responder ya que no comprende el sentido de esa pregunta. Almaviva le dice en voz baja a Bartolo que no hable demasiado, ya que el clérigo no sabe nada del plan que tienen entre manos y lo adecuado es que nunca lo sepa porque en caso contrario todo se podría complicar. Por tanto, lo mejor es echarlo de allí lo antes posible. La respuesta de don Bartolo resulta alentadora: “no se preocupe, que ahora mismo lo echo”. Figaro comunica al clérigo que tiene muy mala cara y le diagnostica fiebre escarlatina, ante lo cual todos se horrorizan pero siguen sin conseguir que se marche. Almaviva le da una “bolsa de medicina”, que no resulta ser otra cosa que una bolsa con monedas de oro, y le ruega que guarde cama. Don Basilio, con tal “remedio”, se convence y decide irse para alivio de los allí presentes (Quinteto: Don Basilio! Cosa veggo!).

Figaro llama a don Bartolo al afeitado y comienza su labor. Mientras tanto Almaviva comenta con la muchacha que irán en su busca a medianoche y que no debe temer, porque nadie le reconocerá con su disfraz. Pero por desgracia, el doctor lo escucha: “¿con su disfraz? Bravo, bravísimo don Alonso. ¿Paz? ¿Alegría? ¡Bribones! ¡Majaderos!” son sus palabras. Figaro, Rosina y Almaviva no tienen más remedio que salir corriendo de la sala (Terceto: Orsú, signor Don Bartolo).

Bartolo comprende en ese momento que todo lo que don Alonso le había contado sobre don Basilio era incierto, algo que confirma el propio cura, que ha vuelto al lugar. Viendo que sus planes de boda con Rosina peligran acuerda que se casará esa misma noche con su pupila y pide a don Basilio que acuda a medianoche de nuevo junto a un notario para realizar el enlace.

Todos marchan de allí y aparece Berta afirmando que el amor es un problema. Ella es vieja pero a pesar de su edad también siente ese picorcillo que es el amor (Aria: Il vecchioto cerca moglie).

Ya ha anochecido y Rosina espera con impaciencia la llegada de la hora prevista. Pero don Bartolo acude en busca de la muchacha y le dice que el tal don Alonso no era otro que un enviado del conde de Almaviva, y que de marcharse con él será entregada al libertino noble. Para demostrarlo todo el tutor le da la carta que “don Alonso” le entregó al comienzo del acto. Rosina se siente ultrajada y traicionada. Por ello, confiesa a su tutor el “rapto” que se efectuará a medianoche y consiente contraer matrimonio con él, lo que hace que Bartolo se lleve la primera y única alegría de toda la ópera.

Estalla entonces una tormenta y mientras diluvia vemos como Almaviva y Figaro entran por el balcón gracias a unas escaleras y la llave que antes habían robado. Allí encuentran a la muchacha, que ha acudido para comunicar a ambos que no tiene la menor intención de irse con Almaviva. El conde se alegra por ello ya que comprende que la muchacha realmente estaba enamorada del humilde “Lindoro” y en ese momento descubre su verdadera identidad, lo cual sorprende a la muchacha. Aclarado todo, el terceto decide marcharse de allí, ya que Figaro ha visto dos personas entrando en la casa pero no pueden fugarse porque alguien ha retirado la escalera (Terceto: Ah, qual colpo). Entra ahora don Basilio junto a un notario, que son esas dos personas que el barbero había visto. Almaviva ofrece a don Basilio un anillo… y de paso dos balazos si se niega a hacer de testigo en el enlace entre Rosina y él. Don Basilio acepta sin chistar y se efectúa el enlace.

En ese momento llega don Bartolo acompañado del comisario y le ordena que detenga a Figaro y Almaviva, a los cuales define como ladrones. Pero ya poco se puede hacer: Almaviva confiesa a Bartolo su verdadero nombre y el doctor se queda alucinado. Le pide que cese al fin de resistirse, ya que no puede hacer nada: Rosina es suya y sabrá tratarla mucho mejor. Para contentar al tutor le cede el importe íntegro de la dote (Aria: Cessa di piú resistire). Bartolo reconoce sus faltas y bendice a la pareja, cosa que llena de alegría a todos. Y en este ambiente de alegría general, termina la ópera (Final: Di si felice innesto).

En lo tocante a arias alternativas y añadidas, en el Barbiere encontramos dos casos. Son los siguientes:

La mia pace, la mia calma. Se trata de un aria que sirve como alternativa a “Contro un cor”, lección de canto de Rosina. Rossini consideraba que dicha pieza podría entrañar ciertas dificultades a las intérpretes del rol, motivo por el cual compuso una nueva lección, más sencilla que la primera. En esta pieza, al igual que en la original, Rosina aprovecha la lección de canto para confesarle a Almaviva implícitamente el amor que siente por él. A mitad de la composición, el breve diálogo que mantiene con Almaviva es similar al de la lección original.

Ah se è ver che in tal momento. Se trata de un aria que se añade justamente antes de la escena de la tempestad. Rossini lo compuso cuando cambió la tesitura del papel de mezzosoprano a soprano en honor de la cantante Joséphine Fodor-Mainvielle. Su música fue tomada del aria de Sigismondo situado al final del acto II de la ópera del mismo nombre. El doctor Bartolo acaba de comunicarle a Rosina que el supuesto Lindoro quiere raptarla tan sólo para llevarla ante su señor, el conde de Almaviva. Tras el desengaño la muchacha, que aún desconoce que Lindoro es el propio Almaviva disfrazado, pide ayuda a Dios, espera que todo sea una calumnia y que su amado sea inocente.

En lo que respecta a autopréstamos, Rossini acude a algunas óperas anteriores para idear la música de su nueva obra. Se trata de las que siguen:

La cambiale di matrimonio. El aria de Fanny en La cambiale di matrimonio (“Vorrei spiegar il giubilo”) guarda bastante similitud con la parte de Rosina en su dúo con Figaro en el acto I de Il barbiere di Siviglia (“Dunque io sono”).

La pietra del paragone. La tempestad del acto II de ambos títulos son parecidas.

Aureliano in Palmira y Elisabetta, regina d´Inghilterra. Las oberturas son similares.

Aureliano in Palmira. La melodía que acompaña al coro con el que se inicia Aureliano in Palmira (“Sposa del grande Osiride”) es similar a la que acompaña el aria de entrada de Almaviva en Il barbiere di Siviglia (“Ecco ridente in cielo”). La cabaletta de Arsace en su gran escena del acto II de Aureliano in Palmira (“Non lasciarmi in tal momento”) es similar a la cabaletta del aria de entrada de Rosina en el acto I de Il barbiere di Siviglia (“Io sono docile”).

Sigismondo. El coro con el que empieza el acto II en Sigismondo (“In segreto a che ci chiama”) tiene la misma melodía que el comienzo del acto I de Il barbiere di siviglia (“Piano, pianissimo senza parlar”). El dúo de Ladislao y Aldimira del acto I de Sigismondo (“Perchè obbedir disdegni”) se asemeja en ciertos momento al aria de don Basilio del acto I de Il barbiere di Siviglia (“La calunnia è un venticello”).

Toda esta información (y la correspondiente al resto de las óperas del corpus rossiniano) la podeis encontrar en mi libro "Gioachino Rossini · Más allá de Il Barbiere".

Y hasta aqui toda lo necesario para introducirnos en el meollo del asunto. Ahora si os parece, vamos a lanzarnos con la grabación. Se trata de un registro recientísimo, tanto que es del ya día de ayer. Podeis ver todos los datos en la ficha de reparto:


Rosina: Elina Garanca
Almaviva: José Manuel Zapata
Figaro: Franco Vassallo
Bartolo: Bruno Praticò
Don Basilio: Peter Rose
Berta: Jennifer Check
Oficial: Mark Schowalter
Fiorello: John Moore
Ambrogio: Rob Besserer

Metropolitan Opera Orchestra and Chorus · Frédéric Chaslin

Estas funciones constituyen el debut de José Manuel Zapata en el coso neoyorquino. En esta representación le he escuchado vacilante en algún que otro punto de su interpretación, como por ejemplo en el "Cessa di più resistere". Quitando este "pero", Zapata nos da un sólido y noble Almaviva y sin atisbo alguno de frialdad, cosa que tanto el espectador como el oyente agradece (agradecemos; escuchad a la voz de ya su "Se il mio nome"). ¿Ha habido cosas que podrían haber salido mejor? Sí. Sería faltar a la verdad si se dijera con lo contrario. Los cantantes son humanos y tienen días mejores y días peores. Me aseguran que las funciones anteriores a esta fueron mejor en el terreno vocal. Yo me lo creo a pies juntillas. Elina Garança también debuta en el Metropolitan y literalmente se luce como Rosina. Con eso queda dicho todo. Se dice, se rumorea que estas funciones pueden constituir su despedida del rol... Vozarrón el de Franco Vassallo, aunque he echado en falta más matiz en el rol: en este aspecto a Figaro se le puede sacar mucho partido y no tirar siempre por la faceta más cómica del personaje. Esto es precisamente lo que hace Bruno Praticò con Bartolo. Tengo que decir que cada vez más me recuerda a la sobreactuación que hacía hace cincuenta años Corena en sus grabaciones y funciones de la obra. Y eso no es bueno. Todo lo contrario: es un error. Correcto, pero plano y tosco, Peter Rose como Don Basilio y muy bien Jennifer Check como Berta. Bien el resto del reparto. Y brillante Frédéric Chaslin al frente de la orquesta. Gran concertador: le ha inculcado a la partitura una gran vitalidad.

La toma que os ofrezco ha sido realizada por un servidor. El sonido es extraordinario. La grabación va, como de costumbre, editada y fragmentada en pistas. Aqui teneis los enlaces:

CD1, primera parte
CD1, segunda parte
CD2, primera parte
CD2, segunda parte

¡Pues nada más de momento! Que disfruteis de la ópera cumbre rossiniana.

martes, 15 de enero de 2008

¡Felicidades, José Manuel!

Esta entrada está destinada única y exclusivamente a felicitar a uno de nuestros jóvenes tenores más internaciones: José Manuel Zapata. Como recordareis, hace escasamente un mes estaba en Madrid debutando un nuevo rol rossiniano: el Argirio de Tancredi. Terminadas estas funciones, nuestro tenor granadino se embarcó rumbo a las Americas para cumplir el que era uno de sus sueños: cantar en el Metropolitan de Nueva York. Y digo "era" porque el sueño ha dejado de ser tal para convertirse en una realidad: José Manuel acaba de hacer su debut en el coso neoyorquino de mano, como no, de Rossini. El rol: el Conde de Almaviva del celebérrimo Barbiere di Siviglia. Y el estreno ha salido a pedir de boca, con un lleno hasta la bandera y consiguiendo pues nuestro tenor un éxito personal y profesional.


Con estas líneas me gustaría dar mi más sincera enhorabuena a este gran tenor, que sin duda merece este éxito y todos los que le tienen que llegar aún. El próximo día 26 de enero se retransmitirá radiofónicamente este Barbiere en el que Elina Garança, Franco Vassallo, Bruno Praticò, Peter Rose y Frédéric Chaslin acompañan a Zapata. No dudeis en que en cuanto tenga la grabación aparecerá en el blog.

Para los curiosos, en la foto aparecemos Zapata y servidor, durante una merienda en Madrid el pasado seis de diciembre en la que un grupo de amigos disfrutamos de la compañía del tenor.

domingo, 13 de enero de 2008

Belcanteando, que es gerundio

¿Qué tal las fiestas? ¿Bien? ¿Se ha quedado la cartilla del banco demasiado delgada? Inconvenientes de las Navidades. Pero bueno, dejemos de lado nuestras penurias económicas, que quien más, quien menos todos tenemos (algunos más que menos, pero en fin...) y vamos a darle trabajo al oído, que es la función de este blog. Porque para la primera entrada del 2008 del blog me he decantado por un disco relacionado directamente con el leitmotiv que aqui impera: el Belcanto. Y concretamente en esta ocasión me he tirado por Belcanto del raro. Y es que con un disco titulado Rossini Rival´s ya se intuyen más o menos por donde van los tiros...

Y es que aunque el Belcanto italiano, en líneas generales, se suele decir que es cosa de tres -Rossini, Donizetti y Bellini-, lo cierto es que tras estos nombres hay una lista de compositores con obras que merecen tanta atención como las del triunvirato belcantista. Este recital que hoy os presento recoge algunas de las joyitas de estos compositores no tan considerados pero si tan considerables.

Comienza el disco con la figura de Giovanni Pacini, compositor nacido en Catania el 17 de febrero de 1796 y fallecido en Pescia el 6 de diciembre de 1867 (por tanto, totalmente contemporáneo a Rossini). Considerado como el rey de la cabaletta, la producción operística de Pacini asciende a setenta y cinco títulos. Este recital nos ofrece dos extractos de su ópera Furio Camillo, con libreto de Jacopo Ferreti y estrenada en el Teatro Apolo de Roma el 26 de diciembre de 1839: "Ah, mio prence" y "Io d´Imen m´affretto all´ara" (pistas 1 y 2).

Continuamos con Saverio Mercadante, compositor que ya ha aparecido en el blog, nacido en Altamura el 16 de septiembre de 1795 y fallecido en Nápoles el 17 de diciembre de 1870. A Mercadante lo podemos considerar "pareja de hecho" de Pacini en lo que a temas musicales se refiere. Con dos etapas claramente diferenciadas -una muy influenciada por Rossini y otra mucho más personal-, encontramos aqui un aria de su obraIl desiato ritorno: "Vieni, la barca è pronta" (pista 3)

¿Recordais a los hermanos Ricci? Aparecieron en el blog hace unos meses. Este disco nos trae una obra de Federico Ricci, nacido en Nápoles en 1809 y fallecido en Conegliano Veneto en 1877. La obra que lo representa aqui es Il marito e l´amante, estrenada en 1852. La pieza contenida: "Io di sua cara immagine" (pista 4).

Nicola Vaccai es un compositor que todavía no ha salido en el blog. Nació en Tolentino el 15 de marzo de 1790 y falleció en Pesaro el 6 de agosto de 1848. En 1832escribió un Método Práctico de Canto que fue publicado por Peters y Ricordi. Es autor de una "Giulietta e Romeo" cuyo final, hace unos años, aparecía en las representaciones de los bellinianos "Capuleti e Montecchi" en sustitución de su propio final. Este disco nos trae un aria de su ópera Pietro Il Grande, estrenada en 1824: "Quando è dolce" (pista 5).

Otro autor marcadamente infrecuente que encontramos en este recital es Valentino Fioravanti, nacido en Roma en 1764 y fallecido en Capua el 16 de junio de 1837. Fioravanti contaba con dos admiradores de excepción: Cimarosa y Rossini. Este disco recoge un extracto de su ópera I virtuosi ambulanti, estrenada en París en 1807. Se trata del aria "Sono amabil, son graziosa" (pista 6).

Mercadante regresa al disco, en esta ocasión con su ópera Il posto abbandonato, estrenada en la Scala milanesa el 21 de septiembre de 1822, y por tanto perteneciente a la época más rossiniana del compositor de Altamura. Podeis escuchar aqui el aria "Vieni almeno" (pista 7).

Y para terminar, una obra del celebérrimo Gaetano Donizetti, nacido en Bergamo el 29 de noviembre de 1797 y fallecido en la misma ciudad el 8 de abril de 1848. La obra escogida es Betly, estrenada en el Teatro Nuovo de Nápoles el 21 de agosto de 1836. El aria seleccionada: "In questo semplice" (pista 8).

Y hasta aqui el contenido del disco. La soprano encargada de poner voz a estas piezas es Elinor Amlen, acompañada al piano por Mayne Miller. Por más que el New York Times se empeñe en poner sus dotes vocales por las nubes o el Novoye Russkaye Slovo diga que es poseedora de una gran musicalidad y una bellísima coloratura, lo cierto es que la señora deja mucho que desear en su ejecución. Pero bueno, si este recital es interesante es por el repertorio seleccionado y no por la soprano en sí. Aqui os dejo el enlace:

CD único

Pues nada más de momento. Si quereis disfrutar de rarezas belcantistas, no dejeis escapar este recital. Consejo de belcantista.