sábado, 27 de enero de 2007

Malos tiempos para el cristianismo

No agradó al católico Fernando II de Borbón la nueva ópera que Gaetano Donizetti pretendía estrenar en Nápoles. Y es que presenciar sobre un escenario como un romano se convierte al cristianismo y es condenado por un grupo de sacerdotes a morir devorado por los leones no era ni mucho menos aceptable en pleno siglo XIX. La decisión de la censura era previsible y terminó prohibiendo Poliuto, nuestro título protagonista en esta ocasión.

“Poliuto” debería haber sido estrenada en el Teatro San Carlo de Nápoles. El famoso tenor Adolphe Nourrit aconsejó al compositor utilizar como base una tragedia de Pierre Corneille basada en la Roma imperial, “Polyeucte”. La idea gustó al bergamasco y decidió ponerse manos a la obra. El libreto fue encargado a Salvatore Cammarano que, con la ayuda de Nourrit, realizó una buena adaptación de la obra del francés, priorizando los ingredientes propios del melodrama romántico sobre los episodios estrictamente religiosos. De poco sirvió esta precaución, ya que, como os comentaba anteriormente, la censura fue implacable con la ópera.

La actuación de la censura cayó como un jarro de agua fría sobre un Donizetti ya previamente crispado con las autoridades de Nápoles por la constante negativa de ser nombrado director de su Conservatorio. Ante esta situación, el compositor decidió abandonar Italia. Corría el año 1838 y la ciudad perdía al hombre que tantas veladas de satisfacción había dado al San Carlo con obras como “L’elisir d’amore”, “Parisina d´Este”, “Lucrezia Borgia”, “Roberto Devereux” o “Lucia di Lammermoor”.

No obstante, la música de Poliuto no fue compuesta en balde. Con anterioridad a estos incidentes, Donizetti ya había firmado un contrato por el que se comprometía a dar tres óperas en París. El compositor esperaba que alguno de los teatros parisienses, mucho menos estrictos desde el punto de vista moral, se interesaran por su ópera, cosa que finalmente ocurrió. Así, procedió a reconvertir “Poliuto” en “Les martyrs”, realizando las correspondientes adaptaciones ante las exigencias que debía cumplir toda ópera para ser estrenada en la capital de Francia (entre las que se encontraba la inclusión de un ballet), todo ello sobre un nuevo libreto firmado por Eugène Scribe. De esta manera, el 10 de abril de 1840 Donizetti veía como su nueva ópera subía al escenario del Teatro de la Ópera de París. Sin embargo la composición no fue bien recibida por público y crítica, aun cuando fue traducida a su idioma para ser representada en los teatros italianos (con el título de “I martiri”).

El estreno del auténtico “Poliuto” tuvo lugar en el Teatro San Carlo napolitano el 30 de noviembre de 1848. Ocho meses antes, la sífilis ponía punto y final a la vida de Donizetti, quedando así truncado su deseo de ver su versión original representada sobre un teatro italiano.
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El desarrollo argumental de esta obra, que os presento detalladamente por cortesía de Rafael Torregrosa (webmaster de la página de argumentos operísticos “Intermezzo”), es el que sigue. Nos encontramos a las afueras de Melitene, Armenia, en el año 257. Poliuto, recientemente convertido al cristianismo, es bautizado en presencia de un reducido grupo de amigos, pues los cristianos tienen como consigna ser discretos en espera del día en que tengan que dar testimonio de su fe en el martirio. Poliuto le confiesa a su amigo Nearco, líder de la comunidad cristiana, que duda de la fidelidad de su esposa Paolina, sospechas alimentadas por el sacerdote de Júpiter, Callistene. Nearco le dice que debe descartar esas ideas y no creer en lo que diga un tipo como Callistene. Poliuto se entrega a la plegaria. Poco después llega a la cueva secreta de los cristianos Paolina, que ya hace tiempo sospecha de la adscripción de Poliuto al cristianismo. Nearco ruega a Paolina que sea discreta, pues una ley reciente condena a los cristianos a muerte. Paolina, oyendo los cánticos cristianos y cómo rezan incluso por sus perseguidores queda conmovida. Se oyen sones militares: Nearco afirma que se trata de la llegada del procónsul romano, Severo. Paolina, que en otro tiempo estuvo enamorada de él, recibe la noticia con una extraña alegría. Nos trasladamos a la Plaza publica de Melitene. El pueblo aclama la llegada del procónsul romano Severo; éste ha venido para exterminar a los cristianos, pero en realidad lo que lo mueve es recobrar el amor de su idolatrada Paolina. Pero Felice, gobernador de Melitene y padre de Paolina, le dice que ésta se ha casado ya hace algún tiempo con Poliuto. Severo siente un profundo dolor al verse privado de la amada.

En el segundo acto nos trasladamos a un patio en casa de Felice. Llega Severo acompañado del sacerdote Callistene, que le dice que Paolina no es feliz en su matrimonio. Callistene se va para a continuación regresar ocultamente con Poliuto, para mostrarle la infidelidad de su esposa. Paolina saluda al procónsul con sentimientos encontrados, pues se despierta en ella su antiguo amor por Severo. Finalmente Paolina le pide a Severo que respete su matrimonio, que ella no tiene intención de manchar. Pero Poliuto, que no ha oído bien la conversación, cree que Paolina le es infiel. Llega un cristiano a anunciarle a Poliuto que Nearco ha sido detenido y llevado al templo de Júpiter. Olvidando sus cuitas amorosas Poliuto se va dispuesto a defender a su amigo y a sufrir el martirio con él si es preciso. En el templo de Júpiter los sacerdotes invocan a su dios para que persiga a los cristianos. Entra Nearco encadenado y Callistene lo acusa de haber bautizado a un prosélito. Nearco admite que esto es cierto, pero no quiere revelar quién es el nuevo converso. Callistene ordena que sea torturado, pero de pronto llega Poliuto y manifiesta que él es la persona a la que busca. Entre tanto ha llegado también Paolina, que invoca al Dios cristiano y para conseguir el perdón de Callistene se echa a sus pies. Esta conducta irrita a Poliuto, que derriba el altar de Júpiter. Felice se lleva a Paolina por la fuerza, mientras Nearco y Poliuto son encarcelados.

El tercer acto comienza en el jardín del templo pagano. Se oye a la gente dirigiéndose al circo para presenciar el martirio de los cristianos. Callistene ordena a los sacerdotes paganos que se mezclen con la multitud y la inciten al castigo de los cristianos. En los calabozos del circo. Poliuto ha tenido una revelación en un sueño por el que comprende la inocencia de Paolina. Ésta llega ahora y le explica a Poliuto su antiguo amor por Severo y el chantaje de Callistene, que la deseaba. Poliuto, feliz por la fidelidad de Paolina, afirma que ahora morirá contento. Paolina le pide a Poliuto que renuncie a su fe para vivir con ella felizmente, pero Poliuto demuestra un gran coraje al renunciar a este camino fácil y mantenerse firme en su fe. Este ejemplo mueve a Paolina a convertirse también y, bautizada por Poliuto, elige la muerte junto a su esposo. Los espectadores de la arena esperan la muerte de los cristianos: las fieras están a punto de salir. Severo ofrece a Poliuto vivir en la fe antigua, Poliuto lo rechaza. Paolina revela a Severo que ella también es cristiana ahora y, aunque Severo trata de disuadirla apelando al dolor que sentirá su padre, ella se mantiene inflexible. Paolina y Poliuto se encaminan decididamente hacia el cadalso ante la horrorizado el procónsul, finalizando así la ópera.

Estilísticamente, estamos ante una ópera de gran fuerza musical tal y como lo demuestran momentos como el aria de presentación de Severo con su vibrante cabaletta y consiguiente coro, la famosa aria de Poliuto del segundo acto, el concertante final del mismo o el dúo entre el tenor y la soprano que remata la ópera (con un interesante acompañamiento de arpa). La obertura, al igual que sucedía en obras anteriores (por ejemplo, en la rossiniana “Ermione”) se ve interrumpida por un momento coral fuera de escena que posteriormente dará paso a la sección final de la pieza. Este recurso contextualiza de forma muy adecuada la ópera y la acción dramática que encontraremos posteriormente en la primera escena del acto I.

La grabación que os presento, realizada por un servidor y de muy buen sonido, es tan reciente que fue grabada hace sólo unas horas: se trata de la presentación en concierto celebrada hoy 27 de enero en el Concertgebouw de Amsterdam, retransmitida en directo por la emisora Radio4 Netherlands:
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La versión resulta desde primera hora interesante por comprender toda la música que Donizetti escribió para la obra (circunstancia que no se daba en grabaciones anteriores de la obra como la famosa de Callas y Corelli en la Scala o la de Carreras y Ricciarelli para CBS). El rol titular es defendido por un extraordinario Francisco Casanova, que adapta su voz a los tintes cuasiheroícos que dominan el papel en ciertos momentos de la obra. A destacar la seguridad vocal que preside su interpretación y el marcado carácter dramático que le imprime a su Poliuto (aún cuando estamos ante una presentación en concierto). Su esposa en esta ópera es la soprano Majella Cullagh, de continuadísima presencia en el sello británico Opera Rara. Su Paolina no nos hará olvidar en ningún momento a nombres tan insignes como Maria Callas y Leyla Gencer, entre otras cosas porque no posee ni el carácter ni la voz que atesoraban la Divina y la Turca. Sin embargo estamos ante una intérprete que conoce muy bien los secretos del Belcanto (entre sus repertorio encontramos títulos infrecuentes como “Pia de´Tolomei”, “Adelaide di Borgogna”, “Zaira” o “Bianca e Falliero”) y que sabe como sacar adelante los escollos que se esconden tras el pentagrama. Así lo demuestra su creación de la muchacha, ofreciendo unos buenos resultados en los que destaca su buen gusto a la hora de cantar. El procónsul Severo es tarea del barítono Nicola Alaimo, sobrino del famoso Simone Alaimo. Potente voz puesta a disposición de un rol de vehemencia dramática (escúchese la cabaletta “Non, l´acciar no fu spietato”). A destacar el dramatismo conferido al rol y la seguridad en el agudo. En los roles secundarios encontramos a Giovanni Battista Parodi (un Callistene bastante pálido), Gregorio González y Thomas Walker (irregular el primero como Nearco, bien el segundo como Felice). Sebastian Brouwer y Lars Terray completan el reparto cantando a dos cristianos. A la batuta, un reputado belcantista como es Giuliano Carella, que extrae bellísimos sonidos de la partitura. A sus órdenes, la Radio Kamer Filharmonie y el Groot Omroepkoor.

Aquí os dejo los enlaces a esta disfrutable grabación. Que la disfruteis, Gazzetistas:

CD1
CD2

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi querido Antonio:
(o deberé decir Doctor Bartolo)

Felicidades por este excelente blog con el que me he topado. Somos compañeros de la misma tarea, la defensa del belcantismo.

Te felicito por tu blog es excelente! y qué decir de esa grabación de Poliuto, de las más completas sino la más que existe.

Un abrazo y saludos de tu amigo mexicano Gustavo, alias gsauteleau (hispaopera)

Anónimo dijo...

Muy interesante todo el blog, con comentarios muy atinados en cuanto a discografía, muy pormenorizada, y también en crítica de espectáculos, aunque ahí se entra menos en detalle.
Un saludo de un gran belcantista barcelonés.

Unknown dijo...

Hola como esta amigos? yo se la tema es differente pero quise compartir con usted!excursiones en estambul